Raul Molina Mejia
Cuando un pequeño grupo de personas guatemaltecas residentes en EE. UU. y Canadá formamos la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG), el 1 de septiembre de 2001, la motivación principal era apoyar el pronto y adecuado cumplimiento del Acuerdo de Paz Firme y Duradera. Dudábamos si luego de la traición de Arzú al mismo, el riosmonttismo lo sepultaría. Nos percatamos, además, que a esa fecha el número de connacionales en EE.UU. se había disparado, ante la falta de oportunidades en el país, con necesidades que requerirían de nuestro apoyo. Nuestros esfuerzos se han dirigido así a la paz, el desarrollo y la migración y como prácticas fundamentales adoptamos la búsqueda de la unidad progresista, con respeto de la diversidad, y privilegiar las acciones solidarias. Desde el inicio, se tomaron dos decisiones clave: una, definimos que cooperaríamos con todas las opciones políticas de izquierda y con la totalidad del movimiento popular; y dos, practicaríamos una democracia interna más avanzada que la democracia liberal. Para minimizar la utilización de mayorías por un voto, que suelen generar pugnas o rupturas, establecimos la modalidad de procurar el consenso, con diálogo y negociación para lograrlo.
El vigésimo aniversario nos enorgullece, porque nos hemos mantenido fieles a nuestros principios y prácticas. Se nos reconoce como entidad comprometida con los derechos humanos, incluidos, entre otros, la libre determinación de los pueblos, derecho al desarrollo humano, derechos de los pueblos indígenas y derechos de las mujeres y las niñas. Apoyamos la búsqueda de la verdad, la memoria histórica y la justicia para las víctimas y rechazamos la impunidad en cualquiera de sus formas, propiciamos la democracia participativa y nos oponemos firmemente a la corrupción, el crimen organizado y la violencia represiva. Rechazamos cualquier forma de imperialismo y nos adherimos a la meta de la segunda independencia de América Latina y el Caribe.
En Guatemala, hemos propiciado siempre las alianzas progresistas, sin limitarlas a partidos políticos. Después de la derrota de las fuerzas políticas de izquierda en 2011, promovimos la formación del Movimiento de Unidad Progresista y Popular (MUPP), en donde pudieran coexistir y colaborar fuerzas políticas y sociales progresistas. El deterioro de la situación política de Guatemala a partir de 2012 nos llevó a sumar fuerzas con otros sectores ciudadanos con los cuales obtuvimos la gran victoria de 2015 con la renuncia de presidente y vicepresidente. Alertamos sobre el error de ir a las elecciones sin cambiar las condiciones existentes; pero fracasamos en nuestro intento de aplazar el proceso. Ante el desastre del desempeño de Jimmy Morales, participamos en todas las infructuosas acciones que tuvieron el propósito de forzar su renuncia. Volvimos a alertar sobre el gran fraude que instaló a Gimmattei en la presidencia y hemos venido exigiendo su renuncia desde hace más de un año. Nos llena de orgullo apreciar que esa exigencia es hoy compartida por la inmensa mayoría de la población, particularmente los pueblos indígenas y las organizaciones y comunidades campesinas.