Raul Molina Mejía
Estimada Norma, en primer lugar le expreso mi reconocimiento por la extraordinaria labor legislativa que ha realizado en EE.UU., en particular con relación a migrantes centroamericanos y a la necesidad de vincular el calvario de las familias centroamericanas al subdesarrollo de nuestros países y a la corrupción y la impunidad que padecen. Su actuación valiente y apegada a la ética le ha valido amenazas en la subregión y el odio de quienes se enriquecen con la criminalidad y la corrupción; como contrapeso, cuenta Usted con el aprecio y el respaldo de nuestros pueblos. Como sabe, El Salvador, Guatemala y Honduras son países secuestrados por mafias criminales y corruptas; le agradecemos así haber promovido la Lista Engel como una fórmula para avergonzar a funcionarios deshonestos, confiando en que las instituciones se harían cargo, no sólo de la remoción de dichos funcionarios sino que también de su juicio y castigo. Se lamenta que la captura de esos Estados haya hecho que las instituciones estatales sólo favorezcan a los sectores poderosos. Sin ética y sin instituciones que cumplan, la Lista Engel es impotente para generar los cambios.
El ejemplo más vergonzoso es Guatemala, en donde las mafias criminales y corruptas se han apoderado del Poder Ejecutivo, presidente y gabinete completo; del Poder Legislativo, con más de cien diputados aliados; y la toma descarada del Poder Judicial, incluidas la Corte de Constitucionalidad, la Corte Suprema de Justicia y el Ministerio Público. Sin escrúpulos, el presidente es instrumento del sector privado para manipular los tres Poderes, y utiliza a la Fiscal General como encubridora de delitos y facilitadora de impunidad. Me imagino que Usted se siente frustrada, al ver que el sistema guatemalteco hace lo que quiere e ignora los llamamientos a la razón del gobierno estadounidense. No se le hará caso, mientras se vea que EE. UU. está dispuesto a tragarse sus advertencias a cambio de ciertas “concesiones” en política exterior y el control del narcotráfico y del flujo de migrantes centroamericanos.
Sostengo que EE. UU. debe actuar con más determinación, eficacia y audacia. Al eliminarse la corrupción, gran parte de la migración irregular puede desacelerarse y existirá la confianza entre los gobiernos para idear fórmulas que en poco tiempo transformen en regular la migración irregular. En estas semanas, dada la exigencia popular de que renuncien Giammattei y Consuelo Porras, EE. UU. debe procurar la salida de ambos. Sugiero, primeramente, una zanahoria: de producirse la renuncia inmediata de Giammattei y Porras, Estados Unidos suspendería las deportaciones de guatemaltecas y guatemaltecos y concedería por primera vez, luego de calamidades de todo tipo desde 1998, el TPS para personas guatemaltecas irregulares en EE. UU. De no renunciar Giammattei y Porras –no se sacrificarían por las y los migrantes- pedimos suspender por el resto del año los fondos que ese país otorga al gobierno guatemalteco. La ayuda a Guatemala no serviría más, para mantener el abuso, el robo y la corrupción. Sra. Torres, le pedimos que este mensaje llegue al Presidente Joe Biden, respaldado con su buen criterio y ética.