La tercera vez que intentó cruzar el inmenso mar de los delitos en una pequeña y frágil embarcación, quedó atrapado entre sus redes. Después de luchar valientemente y oponerse a la muerte, perdió la batalla. Los rescatistas realizaron la búsqueda del cuerpo durante horas; sin embargo, no lo encontraron y quedó oculto para siempre en el fondo del océano.
De igual manera, nuestra sociedad inició su naufragio, cuando un día intentó navegar en el mar de los delitos, combatirlos y castigar a los culpables. La pita de la justicia finalmente se rompió y ahora, el coletazo se dejó venir con fuerza y nos golpeó duro en la cabeza, para dejarnos tirados y fuera de control. Pronto, la sociedad se fue yendo al fondo como ancla pesada, que se sumerge lentamente pensando en cómo detener las mínimas reformas que toda sociedad democrática requiere.
No es la primera vez que vivimos esta pesadilla. Las y los ciudadanos tenían las puertas de las cárceles abiertas de par en par en la época del dictador Ubico. La cárcel era el castigo ejemplar que Ubico quería imponer a todo aquel que osara enfrentarlo; cárceles como la temida Penitenciaría Central de Guatemala, vivió la Ley de Fugas que les permitió a los carceleros, matar a quienes trataban de escapar. Así, la sociedad guatemalteca vio morir a todos aquellos que corrían, obligados a simular una escapatoria. Después, inútilmente la misma muerte les informaría que se les había ejecutado porque estaban tratando de escapar de la cárcel.
Esta pesadilla ya la vivimos y sufrimos en una ocasión en el pasado. No hay que alarmarse, ni angustiarse. La superamos cuando llegó la revolución del 44. Y la vamos a volver a superar en el futuro, sólo que el precio que tendremos que pagar, sumará muchas detenciones arbitrarias, abusos de autoridad, fraudes y muchos delitos que cometerán las y los funcionarios públicos, en detrimento de nuestra libertad y dignidad. Delitos que se sumergirán impunemente en el mar de las injusticias, delitos que temerariamente buscarán perdonar al verdugo. Beneficiarlos con amnistías insolentes que los podrían dejar impunes y sin castigo.
La justicia se ha vuelto un instrumento del despotismo, la tiranía y la dictadura. El Poder Judicial no es un Poder Independiente. Su edificio fue construido en el terreno que antes ocupó la temida Penitenciaría del dictador Ubico. Esto, lo dice todo: nació mal y sigue torcida, ya que es instrumento de la dictadura, de la tiranía y de la opresión. Las y los jueces, magistrados, magistradas que dictan sentencias en casos concretos, en su mayoría son serviles, se inclinan ante el poder político, militar y el de las élites para besar sus manos y agradecerles sus nombramientos, dándole la espalda al pueblo. Son pocos, contados con los dedos de las manos, los que aún tienen dignidad y son independientes.
En nuestra sociedad actual, la mentira, el fraude y la falta de legalidad son las reglas. Qué les espera a nuestros jóvenes: aquellas y aquellos que están siendo formados sin la más mínima ética; a quienes se les enseña a construir su pasado con mentiras, simulaciones, fraudes y fracasos.
Que esa nefasta historia no se vuelva a repetir. Ese es uno de los objetivos fundamentales de la verdadera justicia, la que es realmente independiente. Que emita sentencias ejemplares, fundamentadas en el derecho, para que la historia de violaciones a los derechos humanos que tanto nos ha afectado, no se vuelva a repetir.
En el presente, las y los magistrados de la Corte Suprema de Justicia prolongaron sus funciones gracias al Congreso de la República, cuyas decisiones y deliberaciones crearon el fraude y gracias al Poder Ejecutivo, cuyo Presidente lo toleró. En el pasado, Ubico se mantuvo trece años en el poder. Prolongó sus funciones. Ambos, en diferentes épocas, lo hicieron en detrimento del Estado de Derecho. Ambos, en diferentes épocas, cometieron un delito en contra de la administración de justicia o en contra de la administración pública, según fuera el caso. Delitos que tranquilamente descansan cubiertos con un manto grande y grueso de impunidad.
Sin embargo, algo podemos aprender de la dictadura de Ubico: no debemos olvidar que fue vencida gracias a la valentía y determinación del Pueblo de Guatemala. Igual, la presente Dictadura será vencida por la resistencia del Pueblo de Guatemala. Hemos sabido que vienen más marchas, viene más rebeldía y que el derecho a la resistencia está creciendo. Esa es una buena señal, ahora que vivimos una regresión que preocupa e insulta a nuestra dignidad. Como dicen nuestros amigos y amigas periodistas: #No nos callarán.