Ramón Cadena
Para celebrarlo, la Cooperación Española organizó un conversatorio con expertos en el tema. Era evidente que tanto Eusebio Tomas, Pablo Yax, Bibi la Luz González, como Abelino Chub, han vivido en carne propia y de diferente forma, los efectos negativos del cambio climático. Y, por ello, han tomado conciencia que es necesario combatirlo.
Entre el campo vasto y fértil del saber, surgieron diferentes interrogantes: ¿el esfuerzo para combatir el cambio climático debe ser universal, deben llevarlo a cabo en forma coordinada todos los estados del Planeta o es suficiente con el esfuerzo individual, familiar o comunitario? ¿Cómo podemos lograr que la justicia ambiental sea una realidad? ¿Qué leyes necesitamos para combatir el cambio climático y proteger el ambiente? ¿Cómo impulsar un modelo de desarrollo que sea amistoso con el ambiente y que, por el contrario, no lo destruya?
No es fácil encontrar las respuestas que nos permitan alcanzar consensos. Sobre todo, en un país tan polarizado como Guatemala, en el que tenemos criterios opuestos, lejanos unos de los otros y en el que no hay un verdadero y legítimo esfuerzo estatal para acercarlos. Parece que se le resta importancia a este trabajo, se le ve como una tarea irrelevante. El poco apoyo por parte del Organismo Ejecutivo para hacer realidad el derecho a la consulta de Pueblos Indígenas, es una muestra de ello. En el pasado, la Minugua trató de promover el diálogo, como parte de un esfuerzo para implementar los Acuerdos de Paz. Pero pronto terminó su mandato, sus esfuerzos se fueron desvaneciendo y solamente volvió a quedar la imposición de las ideas del más fuerte. Hoy día, resalta en el escenario, el dominio de fórmulas de solución unilateral.
¿Quién debe tener el papel rector para implementar las acciones encaminadas a combatir el cambio climático? ¿Le corresponde a las autoridades del Estado o bien a las y los individuos? En el conversatorio se expresaron algunos criterios encontrados. Finalmente, la pregunta quedó flotando en el ambiente sin que se alcanzara el deseado consenso.
Por otro lado, la presencia de Abelino Chub Caal nos recordó que el hecho de defender su derecho a la tierra y el de su comunidad, fue motivo suficiente para encarcelarlo y perseguirlo por medio de la aplicación de figuras delictivas inexistentes como la usurpación agravada, el incendio y la asociación ilícita. Eso me hizo pensar en la necesidad de contar con una justicia especializada en materia ambiental; jueces y juezas que conozcan el contenido, objetivos y principios rectores del Derecho Ambiental y no dejar su aplicación en manos de jueces y juezas de Primera Instancia, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente, que conocen el proceso penal, pero poco conocen acerca de la protección del ambiente.
También se evidenció que todos y todas deberíamos conocer mejor el marco legal que rige la lucha contra el calentamiento global. Deberíamos conocer el contenido del Decreto 7-2013 del Congreso de la República, Ley Marco para regular la Reducción de la Vulnerabilidad, la Adaptación Obligatoria ante los efectos del Cambio Climático y la mitigación de Gases de Efecto Invernadero, que incorpora a nuestro ordenamiento jurídico, en su artículo sexto, el principio rector “indubio pro natura”.
Además, el Estado debería ratificar el Acuerdo Regional sobre el Acceso a la Información, la Participación Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina y el Caribe, adoptado en la ciudad de Escazú, Costa Rica el 4 de marzo de 2018 (Acuerdo de Escazú), para alcanzar un nuevo marco legal, que proteja a la naturaleza. Este Acuerdo constituye un instrumento jurídico internacional poderoso en materia de protección del medio ambiente y lucha contra el cambio climático.
Todo ello, me hizo pensar en la necesidad de que el Congreso de la República debería crear una agenda legislativa en interés del bien común y de las mayorías, en lugar de sólo pensar en cómo emitir leyes regresivas que permitan más actos de corrupción e impunidad. Ahora, las y los diputados están pensando en cambiar la institucionalidad ambiental, para hacer más fácil el robo y la corrupción de Estado, en lugar de pensar cómo combatir el cambio climático.
Finalmente, una de las mayores dificultades para combatir el cambio climático, es cómo lograr la construcción de un modelo de desarrollo que no ataque y destruya el ambiente. Que permita establecer medidas para reducir los gases de efecto invernadero, que traen consigo una serie de desastres naturales y posiblemente, en el futuro, la destrucción y desaparición del planeta Tierra. Para lograrlo es muy importante y necesario escuchar la sabiduría de los Pueblos Indígenas, escuchar su voz y aceptar sus conceptos, para poder ver el mundo de otra manera. Para ello necesitamos ser tolerantes y dejar a un lado posiciones racistas y tratar de comprender y aceptar esa convivencia armónica con la naturaleza que tienen los Pueblos Indígenas.
Nos han hecho creer que el Estado no tiene nada que hacer en materia de desarrollo. Que ese es un campo que le pertenece con exclusividad a la iniciativa privada y que se debe impulsar por medio de la privatización de los servicios públicos. Nada más irreal, equivocado y alejado de nuestra realidad constitucional y legal. El Estado tiene un papel rector en materia de desarrollo. También es importante escuchar a los Pueblos Indígenas y terminar con la imposición de un modelo ajeno, terminar con el modelo de desarrollo impuesto por entidades ajenas, finalizar con ese modelo de desarrollo que destruye el ambiente en forma irreverente, cruel y perversa, sin importar el derecho a la consulta de los Pueblos Indígenas. Es necesario aplicar le ley penal a todos y todas por igual, sin distinciones de ningún tipo, ya que el Estado y sus autoridades se han vuelto protectoras de los proyectos que impulsan las empresas privadas.
Andrés, que permanecía sentado escuchando, se permitió levantar la mano discretamente, para lanzar la pregunta estrella del conversatorio, pregunta que causó un silencio tan profundo, que dejó sordos a todas y todos los participantes que nos encontrábamos sentados en la sala tan bonita en la que se llevó a cabo este encuentro: “ante todo esto, ¿qué debemos hacer? ¿Debemos impulsar el buen vivir? o bien ¿resignarnos al buen morir?”