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Comúnmente sucede que, entre más extensa y profunda es la pobreza, más útil y funcional resulta para los gobiernos y sistemas políticos. A muchos de ellos no les interesa realmente mejorar las condiciones de vida de los sectores más vulnerables; por el contrario, cuanto más analfabetos, enfermos y dependientes sean, más fácil resulta controlarlos y utilizarlos con fines electorales o propagandísticos. En esa inmensa masa de población empobrecida, los gobiernos encuentran el terreno perfecto para sostenerse en el poder mediante promesas, subsidios y asistencias que rara vez generan un cambio real.

Diversos análisis sociales coinciden en que los mayores dividendos políticos no se obtienen en los sectores adinerados, sino en las grandes mayorías carentes de oportunidades. Los ciudadanos con recursos suelen exigir transparencia, institucionalidad y rendición de cuentas; en cambio, los pobres, que viven en la urgencia del día a día, son más susceptibles a los discursos populistas y a las dádivas inmediatas que sustituyen las verdaderas políticas de desarrollo.

Este sistema desigual no distingue ideologías. Tanto en los regímenes de derecha como en los de izquierda, los poderosos terminan por servirse de los más débiles. Los primeros, mediante estructuras de mercado que perpetúan la desigualdad; los segundos, con programas asistencialistas que fomentan la dependencia, eliminan la autogestión comunitaria y postergan la emancipación social bajo el disfraz de la ayuda pública.

Recientemente tuve la oportunidad de conocer una organización que rompe con esa lógica: Esperanza de Vida, una ONG cuyo modelo me causó profunda admiración. Su filosofía consiste en obtener recursos de la pobreza misma, pero orientándolos hacia su superación. Aprovecha el vacío existencial y la búsqueda de sentido de muchos europeos y norteamericanos para ofrecerles pasantías solidarias que los ponen en contacto directo con familias que viven en condiciones de extrema pobreza.

Cada voluntario, además de recibir cursos de español, es capacitado en temas específicos según los proyectos que implementará en la comunidad. La ONG cuenta con un menú estructurado de programas locales —educativos, de salud y desarrollo sostenible— que permiten transformar la experiencia humanitaria en resultados concretos y duraderos.

Estrategias novedosas y brillantes como ésta representan una alternativa real para enfrentar los problemas sociales que históricamente han afectado a la población más pobre. Son modelos que dignifican la ayuda, promueven la autogestión y demuestran que es posible convertir la compasión en desarrollo.

Dr. Rafael Mejicano Díaz

Dr. Rafael Mejicano Díaz, Especialista en Prótesis Oral, MSc, Ph.Hc. y Ph.O.C., referente de la odontología guatemalteca. Con amplia trayectoria docente, gremial y clínica, ha impulsado innovación, ética y servicio social. Su legado integra ciencia, liderazgo institucional, pensamiento crítico y compromiso humanista.

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