La experiencia es un proceso transformador y fundamental para el crecimiento personal y profesional, es un conocimiento que se adquiere a través de la vivencia directa, la cual se va perfeccionando a medida que se cuestiona y mejora el propio actuar en la vida cotidiana, está estrechamente relacionada a factores importantes, como el conocimiento empírico o científico, la habilidad, la destreza, la experimentación, y el compromiso, estos aliados permiten que la experiencia no solo sea acumulativa, sino también transformadora para el bien, impulsada por la pasión y el deseo de hacer bien las cosas.
La experiencia es un elemento vital en el ejercicio profesional, ya que busca mejorar las soluciones y maximizar la satisfacción del cliente, demás alimentada por los retos y las metas diarias es una fuente inagotable de crecimiento personal.
Sumado a la experiencia están los principios, en este momento histórico están siendo afectados por el relativismo moral y la falta de coherencia ética, afectando gravemente las prioridades sociales, lo que lleva a que la cultura del dinero y la corrupción dominen.
La educación y la formación ética se presentan como la solución esencial para enfrentar esta crisis, donde no solo los padres y las escuelas, sino también centros de formación, universidades e incluso las iglesias, juegan un papel clave en la formación de los jóvenes.
Al volver a los valores humanistas, se podrá construir una sociedad en la que la experiencia, la moral y la ética orienten las acciones, garantizando un mejor porvenir para las generaciones futuras.
Finalmente, la experiencia con principios, es vista como un capital humano invaluable, que se convierte en una expresión de sabiduría y distingue a las personas, es a través de ella que uno puede dar buenos consejos, la experiencia con principios, es un ejemplo para los demás, para realizar las tareas con excelencia.