Entre un sinnúmero de dificultades, estamos en la fecha de elección de nuestras autoridades, pero sin duda alguna en la historia de nuestro país no ha habido proceso electoral tan cuestionado, que como sabemos el TSE evitó o anulo la inscripción de algunos candidatos, y favoreció con inscribir a otros, generando una crisis política sin precedentes.
Esta crisis política lejos de reducirse con el tiempo, se ha complicado, unida a la insatisfacción de las necesidades básicas de la población, dará cavida a una situación, que sin duda alguna complica las posibilidades de gobernabilidad del país.
Hoy existe un rechazo franco y abierto de la población al sistema político, pues este se ha confabulado para mantener vigente la participación de aquellas organizaciones políticas afines al poder, que directa o indirectamente han gobernado nuestro país acorde a sus intereses, marginando y empobreciendo cada día más a la mayoría de la población.
Ante tal contexto situacional, es evidente que quede quien quede, tendrá que hacer frente a una situación de insatisfacción generalizada sin precedentes, que erosionará el respaldo social al gobierno que será electo.
Por ello estas elecciones lejos de ser una salida constitucional y pacífica, constituyen el caldo de cultivo que alimenta y dará origen a situaciones más complicadas, pues mientras los mismos se acomodan para seguir en el poder, haciendo de las suyas, los problemas sociales, políticos y las posibilidades de gobernabilidad se complicarán aún más y la insatisfacción social será mayor entre los guatemaltecos, así que el próximo gobierno electo si no es un gobierno fuerte, con un apoyo ciudadano, durará poco, ya que la ciudadanía exigirá.