María Gabriela González Bran
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*Estudiante de Relaciones Internacionales de la Unidad Rafael Landívar. Defensora de la vida, la libertad y la dignidad humana como claves para poder lograr el cambio que todos queremos para nuestra Guatemala y nuestro mundo*
En Guatemala, y seguramente en Latinoamérica, estamos acostumbrados a generalizar que la política es sucia, que quienes están involucrados son corruptos, aprovechados, mentirosos, hipócritas y solo quieren llegar al poder.
Si bien hay muchas personas que lastimosamente sí son así y buscan llegar a puestos públicos para servir a nadie más que a ellos mismos, debemos recordar que muchas de estas personas son, como diría un catedrático mío muy querido, “políticos a la carrera” y no “políticos de carrera”.
Aristóteles, Maquiavelo, Robert Dahl, son ejemplos de figuras que han reflexionado sobre política; es cierto que es importante saber las reglas del juego para poder beneficiar intereses, y que se usan herramientas discursivas, comunicativas y demás para alcanzar y mantener el poder. Pero el factor diferenciador se divide en dos partes: primero entender cuáles son los intereses que hay que alimentar, si el bien común, o el bien individual a expensas de los demás; y segundo, con lo que muchos no estarán de acuerdo conmigo, las formas de hacer las cosas, pues si bien todo se puede resolver con dinero y tratos secretos, también se pueden hacer negociaciones reales, que no tengan nada que esconder y que no dañen la integridad de una persona, de un partido, y de un país. Sí, puede haber choques de intereses que tengan en común la búsqueda del bienestar del pueblo, aunque desde diferentes enfoques.
Tristemente, cada vez más personas creen que pueden ser políticos de la noche a la mañana. Está de moda tener un buen discurso y grabar videos para redes sociales evidenciando los hoyos de la calle, pero no es así. La política no es para cualquiera, aunque nos han hecho creer que es así. En Guatemala la política está tan manchada, que sin conocer a muchos de los funcionarios, los catalogamos a todos como “corruptos”. Es cierto que este gobierno está plagado de incompetencia y personas que simplemente no están lo suficientemente preparadas para el puesto -igual que ha pasado en gobiernos anteriores- pero ¿Qué pasaría si tuviéramos un gobierno con funcionarios preparados? ¿Qué pasaría si perdiéramos el miedo a las repercusiones sobre nuestra persona o nuestra familia por participar en política? ¿Qué pasaría si nos tomáramos realmente en serio el ejercicio de la política?
Claramente es una visión demasiado idealista de la política en Guatemala, pero no por eso debemos quedarnos sin hacer nada. Ojalá todos nos quejáramos menos y actuáramos más. Todos pueden reclamar, pero pocos son los que tienen la valentía y la voluntad de hacer algo para empezar un cambio real.
Termino invitándolos a todos a estudiar más sobre la ciencia política, diversos pensadores políticos, y el propio funcionamiento de la política en Guatemala -no cómo funciona ahora sino cómo debería de funcionar-. Si quiere ser político ¡hágalo!, prepárese bien, así le tome 5, 10 o 15 años, pero necesitamos políticos de carrera que amen su labor, que amen a su país y que amen el servicio a los demás. Necesitamos personas con convicciones fuertes que no se dejen doblar o engañar.
Si no le interesa participar en política, no se preocupe porque desde su trinchera puede aportar al alcance de un país mejor. Ahora, si no le interesa ni siquiera formarse e informarse de este tema para escoger mejores funcionarios y para exigir a sus autoridades la garantía de sus derechos… ni se moleste en quejarse, en bloquear calles y en tachar como “corrupta” a toda la gente involucrada en política.
Infórmese y fórmese antes de opinar. De lo contrario está siendo cómplice de los que llevan el país a la ruina.