Por: Aura Almira
Estudiante de Derecho en la Universidad de San Carlos de Guatemala
X: @auralmira

Instagram: @Almisfortune
Correo: almisfortune22@gmail.com


 

A lo largo de mi vida, he tenido una vocecita en mi cabeza que me da ideas y se comunica conmigo. Durante mucho tiempo, compartí lo que pensaba solo con ella, hasta que noté que era parte de mí. Esas eran mis palabras y, de cierta forma, no las compartía con nadie más. Fue entonces cuando entendí que mis palabras eran mi voz y que, a través de ellas, podía transmitir quién era y qué sentía.

Alzar la voz nunca me ha aterrorizado; tal vez sea una dicha o una condena, pero, más allá de eso, nunca encontraba los espacios adecuados para hacerlo. Encontrar personas dispuestas a escuchar es difícil cuando eres joven, pues el adultocentrismo ha moldeado nuestras sociedades y la juventud ha dejado de verse como una fortaleza. Muchas veces me sentí invalidada por mi edad y mis pensamientos: “Eres demasiado joven para entender”, decían.

Por eso, escribir se convirtió en una constante en mi vida: en cuadernos, libretas, hojas, servilletas. Escribía porque mis palabras no podían salir de mi boca, pero tampoco quería que se quedaran atrapadas en mi cabeza.

Pero la vida da muchas vueltas. Lo que está destinado para ti, por más lejano que parezca, tarde o temprano llega. Acababa de cumplir diecisiete años cuando fui invitada al espacio de Jóvenes por la Transparencia, donde, junto a otros jóvenes, tuvimos la oportunidad de replicar una plenaria y conocer cómo funciona el Congreso de la República.

Aprendí muchísimo ese día, pero, más allá de eso, encontré a jóvenes como yo, que poco a poco estaban formando un pensamiento crítico. Jóvenes que aprendían unos de otros, que no escondían su voz, que estaban ahí, transmitiendo sus ideas, críticas y pensamientos. En ese espacio entendí que comunicarse es más que hablar: es influir, es cambiar, es transformar.

Fue durante las manifestaciones de 2023 cuando tuve el valor de escribir mi primer artículo de opinión. En ese momento, mientras el país se movilizaba en defensa de la democracia, el Congreso discutía nuevamente la aprobación de la iniciativa 6283, que volvía a dar vida a Monsanto. Para mí, defender la agricultura y la soberanía alimentaria libre de transgénicos era fundamental, porque la salud no debería ser negociable. No pude quedarme callada y escribí mi descontento. Fue entonces cuando comprendí también la importancia de informarse antes de escribir: leí todo lo que pude hasta convencerme de mi postura.

Ese fue el inicio de mi deseo de inspirar y transmitir. Me di cuenta de que podía comunicar e incidir a través de la escritura, porque mi círculo social comenzó a comprender la importancia de un país agrícola libre de transgénicos. Gracias al espacio que me brindaron, poco a poco pude llegar a más personas. Y, aunque yo sola no podía frenar a 160 diputados, sí podía influir para unir más voces y generar un cambio.

Han pasado dos años desde ese momento. He escrito mucho más, he aprendido que todo tiene una reacción y ahora entiendo que escribir me ayudó a potenciar mi voz, aunque las palabras no salieran de mi boca. Hoy estoy segura de que escribir es una necesidad humana y que contar con espacios para compartir y reflexionar es algo invaluable.

Expresar nuestros pensamientos nos ayuda a aportar a la construcción de una sociedad más informada y crítica, una sociedad donde las palabras generen impacto. Escribir se convierte en un compromiso y una responsabilidad cuando entiendes que tu voz tiene influencia.

Usemos nuestras palabras para el bien y despertemos en los demás el deseo de transformar. Escribir convirtió mi voz interna en una herramienta de incidencia, y ahora lo hago cuando siento la necesidad de informar, de impactar y de transformar. Hoy estoy aquí escribiendo porque quiero motivar a más jóvenes a ser parte de esto. Porque sé que todos tenemos algo que decir y esta es la oportunidad para hacerlo.

Jóvenes por la Transparencia

post author
Artículo anteriorEntre la distracción y la reflexión: recuperando nuestra capacidad de pensar
Artículo siguienteRecuerdos de la Velada Estudiantil