Alessandro Sapón
Tik Tok: aless_sapon
Soy estudiante de Derecho en la Universidad Francisco Marroquín y columnista en diversos periódicos. Mi compromiso se basa en la firme creencia de que el debate y la libre expresión de ideas son fundamentales para el desarrollo de nuestro país.
Este año será recordado como uno de los más turbulentos para Guatemala en tiempos recientes. Ha sido un periodo donde enfrentamos desafíos de toda índole: una lucha constante por preservar la integridad de nuestras instituciones, un país profundamente polarizado y una ciudadanía dividida entre quienes defienden lo indefendible y quienes fiscalizan cada acción del poder público.
El panorama político ha estado marcado por la incertidumbre y la falta de liderazgo. Arévalo, hasta el momento no ha sabido conducir el país, pues se pasa en conflicto constante con diferentes actores políticos. 2024 ha sido un año donde, lamentablemente, no hemos visto gobernanza. Lo que abunda son las excusas. Es cierto que culpar a gobiernos anteriores puede ser válido en ciertos casos —nadie espera que un país cambie de la noche a la mañana ni mucho menos en un año—, pero lo que sí se espera es que las autoridades actuales tracen estrategias claras y den los primeros pasos hacia un verdadero cambio.
Los desafíos que enfrentamos son complejos, pero requieren acciones inmediatas. La seguridad nacional sigue siendo uno de los grandes pendientes. Aunque el ministro insista en que somos un “país de primer mundo” en materia de seguridad, la realidad muestra un panorama completamente distinto. En cuanto al sistema de salud, la situación es crítica. Los centros de salud carecen de recursos básicos para atender a la población. Hace poco, tuve la oportunidad de visitar el interior del país, y el panorama es desolador: los trabajadores de los centros de salud comentaban que no hay insumos suficientes para cubrir las necesidades mínimas de los pacientes.
Por otro lado, el sistema educativo sigue siendo uno de los más rezagados del mundo. Aunque se reporten remozamientos de escuelas, estas mejoras físicas resultan insuficientes si no van acompañadas de una estrategia clara para fomentar el acceso y la permanencia de los jóvenes en el estudio. La infraestructura, por sí sola, no garantiza calidad educativa ni una solución a largo plazo.
En el ámbito laboral, la falta de oportunidades continúa agravándose. Una de las preocupaciones más recientes es el impacto potencial del aumento al salario mínimo que se pretende implementar. Si bien este tipo de medidas busca mejorar las condiciones de los trabajadores, la ciencia económica nos enseña que un incremento desproporcionado en el salario mínimo es un problema. Muchos patronos podrían no ser capaces de asumir estos salarios, lo que daría lugar a despidos masivos y un aumento al mercado del empleo informal.
Más preocupante aún es la percepción de un gobierno que no ofrece una visión clara de país. No hay una línea estratégica que guíe a los ministerios ni un plan concreto para enfrentar las crisis. Lo que vemos es una gestión reactiva, enfocada más en justificar errores que en resolver problemas. Concluyo en que es un gobierno con pésimos asesores.
Desde este espacio, hago un llamado urgente a las autoridades: Guatemala no puede permitirse más años perdidos. Es imperativo dejar atrás la retórica y enfocarse en la acción. Necesitamos políticas públicas bien pensadas, transparencia en la ejecución del gasto y, sobre todo, un compromiso real con el bienestar de los guatemaltecos.