Jóvenes por la Transparencia

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Nombre: Jennifer de la Cruz 
Soy una joven estudiante de la Facultad de ciencias jurídicas y sociales y creadora de contenido político.
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Cuándo eres niño siempre te preguntan “¿Qué deseas ser “de grande”?” Pero, ¿Nos hemos preguntado si todos los niños lograrán ese sueño a futuro?, ¿El sueño de ser esa persona que esperan a largo plazo? En Guatemala, esta realidad es muy lejana. Graduarse de la universidad es todo un reto para la juventud guatemalteca. Según el INE (Instituto Nacional de Estadística), en el año de 2019 se graduaron 38,950 estudiantes universitarios (de la población estudiantil activa). A partir de este número podemos decir que menos del 5% la población guatemalteca logra obtener un título universitario que le pueda abrir camino a un futuro prometedor.

Pero, ¿Por qué es tan complicado que Guatemala otorgue las garantías mínimas a los ciudadanos guatemaltecos?, ¿Por qué el estado muestra una inoperancia en garantizar educación superior para todos? El acceso a la educación superior pública es limitado. Se tiene la estimación que únicamente un 10 a 15% tienen acceso a nivel nacional. Sin embargo, el demás resto del porcentaje es cubierto por las universidades privadas del país. 

Son muchos aspectos los que debemos tomar en cuenta. Primero en Guatemala, lastimosamente, solo se cuenta con una universidad pública en el país, en este caso es la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC), de ahí el resto de demanda es atendida por universidades privadas, aumentando la brecha de desigualdad entre el ciudadano promedio. 

¿A qué me refiero con que las universidades privadas aumentan la brecha de desigualdad? El Estado, al no lograr costear estas necesidades básicas,  hacen voltear las miradas hacia el sector privado, pese a que no todos tienen acceso a este mismo, debido a que, según datos de prensa libre en el año 2017, se reveló que más del 70% de la población vive con menos del salario mínimo, limitando en la mayoría de los casos la vida de cada uno de los integrantes de su familia, privándolos de oportunidades y, así mismo, frenando su futuro como jóvenes potenciales y base para un desarrollo como sociedad.

Pero, ¿Cómo podemos cambiar esta realidad? El Estado de Guatemala debe pensar en la distribución del presupuesto al sector educativo, invertir en mejorías, y también en la creación de políticas públicas que faciliten el acceso a la educación superior.

¿Es viable la creación de nuevas universidades públicas en el país? Todo esto debería comenzar a través de una reforma constitucional, que, como primer punto. Busque despolitizar a la Universidad de San Carlos de Guatemala y priorizar la academia a través de la creación de nuevos centros universitarios como podemos ver en nuestros países vecinos.

Buscar el desarrollo como país es como relatar la Odisea de Homero. Parece sumamente inalcanzable el objetivo, no obstante, con el nuevo gobierno de turno, si desean proyectarse como un cambio a la población guatemalteca, deben mostrar voluntad política que facilite la disminución de esta precariedad. La pregunta que la mayoría de la población se hace es: ¿Será capaz el gobierno de Arévalo de disminuir esa brecha de desigualdad en temas educativos? ¿Será posible que pueda continuar el legado de su padre priorizando la educación del país? 

Descubriremos las preguntas a estas respuestas durante los 4 años de gobierno. Mientras tanto, las autoridades deben tener presente que: “La juventud es el motor del cambio y la renovación, que nos guía hacia un futuro lleno de esperanza y oportunidades. Sus intereses y preocupaciones por una Guatemala mejor, es lo que necesitamos escuchar para seguir progresando”

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