Autor: Luis Pablo San José Gómez
Correo electrónico: lpsanjoseg@gmail.com
Correo: fcccmarcodeaccion@gmail.com
Biografía: Luis Pablo San José, economista, Director de Investigación en el Consejo Nacional Empresarial. He realizado estudios orientados a integración regional, remesas, mercado interno y presupuesto. Considero que el verdadero desarrollo económico de Guatemala es posible cuando se sale de discursos ideológicos y se trabaja incluyendo a todos los sectores.
El primer cambio
Hace unos días se cumplieron 80 años de la Revolución de 1944, un evento que permitió una transformación política y social que generó cambios estructurales en la Guatemala de esa época. Esto dio lugar a elecciones libres, impulso de derechos laborales, fomento del deporte y el desarrollo de instituciones democráticas. Recordar todo este contexto histórico se presta para la reflexión y nos hace pensar si es necesario plantearse la búsqueda de una transformación similar.
Deberíamos pues, como en 1944, soñar con un futuro diferente, es necesario ver hacia adelante, sabiendo que podríamos estar en un punto de inflexión. Para llevar esto a cabo es necesario tomar decisiones y hablar con sinceridad de los principales problemas que enfrentamos.
¿Qué enfrentamos en estos tiempos?
La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI) puede darnos una claridad de la situación actual del país y de sus principales problemáticas. La versión más reciente muestra que el 56% de la población se encuentra bajo la línea de pobreza, con una mayor incidencia en el área rural. Todo esto alimenta la constante desigualdad del país y es fácil verlo con el porcentaje de personas que cuentan con acceso a servicios básicos y oportunidades económicas. Esta misma encuesta muestra que el 54.1 % de los hogares en pobreza extrema tiene acceso a distribución de agua, un bien esencial para tener una buena calidad de vida.
Además, al revisar la cantidad de personas en pobreza desagregadas por departamento. Sabemos que el Alta Verapaz, Quiché y Huehuetenango son los que cuentan con un 90.1%, 86.4% y 81.2% de pobres respectivamente. Contrastando con el departamento de Guatemala, Sacatepéquez y Escuintla con un 21.6%, 38.7% y 39.1 respectivamente. Esto, junto a otros indicadores que pueden revisarse, nos indica que el modelo económico actual ha perpetuado estas grandes diferencias, y necesitamos desarrollar una economía que realmente funcione para todos los guatemaltecos.
¿Necesitamos un nuevo modelo de desarrollo?
Revisando los datos anteriores presentes en la ENCOVI, podríamos decir que el planteamiento de un nuevo modelo de desarrollo resulta crucial. El país tiene una riqueza natural y cultural que en muchas condiciones está desaprovechada o mal gestionada. Solo por mencionar algunos, tenemos los recursos agrícolas de Occidente, las oportunidades turísticas del norte y el potencial de servicios en el Oriente. Lo importante aquí es identificar que cada región tiene diferentes características y potencialidades, las cuales deben aprovecharse de forma sostenible.
Para poder alcanzar este modelo es importante pensar en una descentralización y una inversión focalizada en temas de infraestructura y educación, siempre tomando en cuenta a las comunidades. Esto cambia la dinámica de concentrar el crecimiento en pocos territorios, áreas o sectores y se hace imprescindible realizar intervenciones que permitan un desarrollo equitativo.
A propósito del Premio Nobel de Economía.
Recientemente Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson recibieron este galardón. Nuevamente, esto nos hace recordar la reflexión en su libro, ¿por qué fracasan los países? Donde nos indican que en muchas ocasiones el desarrollo de una sociedad responde a la calidad de instituciones que tiene. La primicia principal, como ya lo decía antes, era el contar con entidades inclusivas. Estas podrían resumirse como aquellas que facilitan, propician o incentivan el desenvolvimiento de la ciudadanía, permitiendo alcanzar sus metas económicas y sociales.
Para que un nuevo modelo de desarrollo funcione, necesitamos evaluar nuestras instituciones y verificar si estas cumplen con la característica anterior. Otro ejercicio también podría ser el análisis en que las instituciones nos faltan para fomentar inclusividad en el país. Actualmente, existe una falta de normativa que evite la consolidación de monopolios, cárteles y prácticas anti-competencia. Esto repercute de forma negativa, pues limitan la innovación, reducen las opciones de los consumidores y evitan el desarrollo de nuevos negocios. Esto hace imprescindible el contar con una Ley de Competencia, que cumpla con ciertos estándares internacionales para permitir la creación de nuevas empresas, mejor calidad de productos y servicios, precios dinámicos y un entorno más justo. ¿Quién no quiere eso?
Un nuevo camino para nuestro país
Con todo esto en mente podríamos plantearnos, así como se hizo, el 20 de octubre de 1944. El inicio de un proceso de transformación buscando el construir las bases de un nuevo camino para Guatemala. Siempre con el objetivo de buscar un futuro más sostenible, igualitario y competitivo. Los cambios profundos suelen ser difíciles y pueden generar muchos anticuerpos, especialmente, con sectores que se encuentran cómodos con la situación actual. Sin embargo, con voluntad, visión y conocimiento se puede comenzar a dejar atrás este modelo que ha fomentado la desigualdad y las condiciones actuales.
Finalmente, podríamos decir que el reto es grande e incluso decir que imposible, pero recordemos que nuestro potencial lo es aún más. La historia nos muestra que estos cambios pueden realizarse y la construcción de un país donde las oportunidades sean accesibles para todos y no unos pocos es posible.