Pablo Velásquez
Estudiante de Ciencia Política y Teología en Tübingen
pabloivelasqueza@gmail.com
@pablovelag77
Este escrito se lo dedico a la iglesia en Centroamérica. Especialmente a los jóvenes para quienes el miedo es motivo de desesperanza.
“La obra de la Justicia será la Paz y los frutos de la Justicia serán tranquilidad y seguridad para siempre”.
Isaías 32,17
Quiero comenzar este texto haciendo referencia al mensaje de la conferencia episcopal de Guatemala en referencia al cambio en la Corte Suprema de Justicia y Cortes de Apelaciones. Este pequeño fragmento bíblico nos impulsa a darle la apropiada importancia a la justicia y al poder que la defiende, el Poder Judicial, especialmente en sistemas políticos orientados a la democracia como nuestra querida República. Si las leyes son el corazón que mueve a nuestra República, con más razón debemos velar por tener valientes defensores y promotores en las cortes, así como virtuosos ciudadanos que las vivan.
¿Cómo puede una república mantenerse, si sus ciudadanos no la respetan? ¡Esta es la situación de Guatemala! Un Estado plagado de corrupción, familias de patricios que abusan de nuestra ciudad al hacer tratos entre ellos, y les roban a nuestros conciudadanos más desafortunados. Una nación dividida por ideologías que se atacan con odio y radicalismo, que solo separan y desgarran nuestra bella República.
Incluso entre nuestras propias líineas, hermanos, hay una guerra constante. Las escuelas del personalismo y el radicalismo se separan en sus propias congregaciones y se vuelven hostiles al mundo. Se enfrentan entre ellas, en una encarnizada lucha por recursos y vana gloria, y luchan no solo contra el mundo, sino contra el Evangelio y la Iglesia; contra Cristo mismo.
¿Cómo puede un reyno mantenerse, si sus siervos no lo defienden? Aun con todos los mejores pastores cooperando, si las ovejas se separan del rebaño, se dispersarán y perderán. ¿Cómo puede este reyno propagarse y traer sus promesas de bienestar, si aquellos que lo propagan no lo viven?
Muchas veces, el miedo es tan fuerte que nos detiene. Cuando la desesperanza hace nido en nuestro corazón, no hay poder humano que pueda movernos. Y este no es un fenómeno nuevo.
¿Qué hicieron nuestros hermanos hace ya casi 100 años cuando la tiranía gobernó con mano de hierro sobre Alemania? Los que decían ser del Evangelio, pero son del mundo, se unieron al dictador y su poder, y junto a él marcharon en una propagación del mal sobre la tierra, porque en vez de amor, su corazón estaba lleno de odio.
Aquellos cuyo corazón entendió el Evangelio se resistieron. Los hubo laicos entre la población y algunos incluso en posiciones altas, que, con valor, pero finalmente infructíferamente, intentaron el atentado del 20 de Julio de 1944. Los hubo aquellos que desde el podio defendieron la verdad, sin importarles ser perseguidos por eso. Hubo también algunos que entregaron su vida como testimonio, como San Maximiliano Kolbe.
Y estos testimonios se dieron también por nuestras tierras y se dan hoy en día. Durante la Guerra Cristera, durante los horribles años de la Guerra Fría en Centroamérica, y hoy en día en la hermana República de Nicaragua. La persecución y la inseguridad es un tema constante en la milenaria historia de la Iglesia y es algo que nos ha marcado.
“Y ¿Quién podrá hacerles daño si se esfuerzan en hacer el bien? Felices ustedes si incluso tienen que sufrir por haber actuado bien. No teman lo que ellos temen ni se asusten, sino bendigan en sus corazones al Señor, a Cristo; …”
1-Pedro 3, 13-15
Por eso hemos de dejar el miedo por un lado y enfocarnos en lo que es importante. ¡El reyno de Dios ha llegado y se propaga por la tierra! Hemos sido llamados a trabajar y vivir por el reyno que está por venir, a dar testimonio con nuestra vida y a cooperar desde nuestra posición en el mundo para obtener este fin.1 Para todos nosotros jóvenes que tenemos la responsabilidad de cooperar para el bien de nuestra sociedad, en nuestra República y en nuestra bella región centroamericana. Debemos ser virtuosos ciudadanos. Es un deber moral luchar contra la corrupción que causa miseria, contra la pobreza de cuerpo y alma, y contra los males morales de la sociedad que causan desesperanza en el mundo. La paz en el universo es nuestro fin, la justicia nuestro caminar.
“Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.”2
“Felices los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios”3
“Felices los que son perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el Reyno de los Cielos”4
Maran Atha y Shalom!
(Final de Pagina)
1Catequismo de la Iglesia católica, tercera parte, capitulo segundo, articulo 2, III, 1913-1917
2Mateo 5, 6
3Mateo 5, 9
4Mateo 5, 10
(Nota para el editor: Es una decisión estilística escribir la palabra reino como reyno, para diferenciar en forma textual el concepto del reino de dios de la forma de gobierno, para mostrar la antigüedad del concepto, asó como para llamar la atención)