Hugo Camey
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En el segundo período como representante político reflexiono sobre cómo la juventud no debe comprometer su futuro político. Es crucial deshacernos de actores corruptos que puedan estar dentro de nuestro círculo más cercano. La integridad debe ser la piedra angular de toda acción y decisión que tomemos.
Escuchar a la población es fundamental. No se puede representar eficazmente a los ciudadanos si no se entienden sus necesidades y preocupaciones. Esto requiere no solo estar presentes físicamente, sino también ser empáticos y receptivos a sus voces.
El carácter y la habilidad para resolver problemas son esenciales. Se enfrentan desafíos complejos que demandan soluciones innovadoras y efectivas. Caer en la trampa de creer que el ejercicio de autoridad se limita a la imposición de poder es de los errores más comunes. Más bien, se debe ver horizontalmente todo el panorama político y reflexionar constantemente sobre quiénes son y qué valores representan.
Es imperativo respetar los procesos y no abusar de las jerarquías establecidas. La transparencia y la legalidad deben regir cada una de las acciones. Asimismo, se debe ejercer con innovación, promoviendo políticas que respondan de manera efectiva a los retos del presente y del futuro.
Nuestra palabra debe ser sagrada. No se puede ofrecer algo a la población y luego no cumplir. La confianza pública es frágil y se construye con base en acciones concretas y coherentes.
Los subalternos son fundamentales para el trabajo del electo. La dedicación, el profesionalismo y la honradez son la carta de presentación de nuestra gestión. No se pueden tolerar prácticas irregulares ni corrupción en ninguna de sus formas. El compromiso debe ser con el bien común y el interés de la comunidad que se representa.
Es esencial mantenernos centrados en las funciones, trabajando de la mano con la población y el equipo de trabajo. La gestión eficiente solo es posible cuando todos trabajan hacia un objetivo común, guiados por principios de justicia y equidad.
Orientar un equipo con personas íntegras y capacitadas es clave para alcanzar resultados positivos. Un equipo competente puede compensar las deficiencias individuales y transformar desafíos en oportunidades de crecimiento y mejora.
Finalmente, es importante considerar que nuestro éxito como líderes políticos depende tanto de nuestras habilidades individuales como del equipo que nos rodea. Un equipo mediocre puede limitar nuestras capacidades, mientras que uno eficiente puede potenciar un impacto positivo. Cada decisión y acción debe ser guiada por estos principios, buscando siempre servir con dedicación y responsabilidad a Guatemala y a su gente.