Jóvenes por la Transparencia

post author

Eduardo Aguilar Murillo. 
Coordinador EsLibertad Guatemala.
FaceBook: Edu Aguilar 
IG, X, Thread: @edu_am


 

Hace muchos años que los ciudadanos guatemaltecos han sido objeto de la instrumentalización política, de los cuales muchos se han convertido en meras tribus a la voluntad del político. Hace mucho que las repúblicas democráticas liberales de corte constitucional del hemisferio occidental dejaron de preservar y resguardar el conjunto de ideas y valores que le permitieron el mayor progreso a las sociedades libres y abiertas.

Ahora, de forma permanente, se nos invita a renunciar al pensamiento crítico individualista y se promueven mitos como la existencia del pensamiento colectivo. La colectivización de la sociedad occidental se presenta como una mera coincidencia espontánea en universidades (normalmente jesuitas o públicas), medios de comunicación, las ONG y en instituciones del sistema internacional. Se habla de ella como uno de los grandes pasos necesarios para alcanzar el “verdadero” desarrollo incluyente.

Se vende como demanda de la modernidad el ansia de una sociedad colmena que renuncia al criterio individual y a la fuerza de voluntad, pero que abraza la dirección de políticos en cada aspecto de la vida humana; con el positivismo jurídico como medio para sustituir la voluntad y generar una suerte de paraíso terrenal operado por los populistas de las últimas décadas. Para que estos, al fin, puedan otorgar beneficios a sus grupos de presión de manera totalmente abierta, en nombre de la inclusión y la equidad.

Aún así, más allá de exhibirse a sí mismos por el actuar que han presentando en todo el hemisferio occidental, las acciones sistematizadas por el Foro Social Mundial (FSM) para la toma de las sociedades libres y su transición a las estructuras dictatoriales que afiancen la posibilidad de la centralización totalitaria del poder, siguen siendo las mismas. Y aunque de forma tardía llegan al país, no son menos peligrosas para la libertad, que en las naciones que ya han arruinado.

De esta metodología deriva la urgencia de políticos nacionales y extranjeros, por tomar a la sociedad civil joven, por mecanismos en los que se instrumentalizan figuras jurídicas como asociaciones de sociedad civil organizada, para catalizar los discursos políticos propagandísticos, violando los límites de ejercicio de poder publico sobre la vida privada del ciudadano: sexo, religión, raza, riqueza, desarrollo académico, etc.

Ya que la estricta limitación para la penetración de la esfera pública dentro del la esfera privada (vida privada) fue el cimiento universal con el que las repúblicas democráticas del mundo libre, dieron un sentido de unidad e identidad propia a cada individuo. Limite que ahora ultrajado por el político de turno, el anterior y el político por venir para erradicar la distinción publica de la privada.

Lo que se busca es generar esas crisis identitarias a la que se ha inducido a los jóvenes y adultos jóvenes. Por medio del subjetivismo de la escuela postmoderna, la fatal medida de negar el acceso a todo cuerpo ideológico de nuestra civilización a las personas y al distanciamiento de la formación para el servicio productivo del individuo, en pro de un modelo de adoctrinamiento político, cada vez más agresivo, en lo que fue el sistema de educación.

Así nuestros ciudadanos jóvenes, en la desesperada búsqueda de un sentido de la vida y una identidad colectiva, se encuentran a merced de quien ofrezca un propósito idílico y una maqueta identitaria.

Quiero decir, han sido desprovistos del arquetipo del pensamiento que les permite confrontar la realidad, experimentar el error, el dolor y el fracaso como un mero proceso de aprendizaje sobre experiencia material. Un arquetipo sobre el cual se construirían así mismos en un desarrollo potencial de autoperfeccionamiento que concluiría en su plenitud y prosperidad, traducida en beneficios para quienes son parte de su entorno.

Estos jóvenes están desprovistos del proceso exploratorio de sí mismos y del orgullo de decidir por si mismos, de sueños y metas para su felicidad, al tener miedo de ser catalogados como soñadores egoístas, de pensamiento individualista propio del mundo libre. Y por ello, se sumarán a la maquila de identidad que los populistas y aspirantes a hombres dioses de la modernidad les propongan. Pues en la medida en la que un individuo no es capaz de saber por sí mismo quién es, o lo que está dispuesto a ser, termina siendo lo que se le diga que debe ser. En especial, en un entorno en el que una categoría política identitaria le otorga posición social y beneficios políticos.

Es en este proyecto por destruir nuestras repúblicas en las que es necesario abolir el reconocimiento de la condición natural humana, del ejercicio de la capacidad para valorar por sí mismo los medios y las metas que otorgan la plenitud de la vida de cada individuo. Para luego llevar a las personas, por medio de la frustración y la impotencia, al caos que nos hace demandar un control total, por medio de la gestión de los grupos colectivizados que tan solo se instrumentalizan como el idiota útil de turno, del político que financia su crisis y abandera sus demandas.

El despertar de este letargo no requiere de revoluciones, pero sí del compromiso individual por ser la mejor versión de sí mismos, para sí mismos. Porque seremos mejores, a pesar de los políticos y su veneno populista que tan solo pretenden usar nuestra diferencia para dividirnos abanderando luchas que ellos han procurado y capitalizado.

Artículo anteriorConred evalúa daños reportados en estructura del Puente Belice
Artículo siguienteAntes de presentar un proyecto de ley, hay que justificar el porqué