Jóvenes por la Transparencia

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Fernando Reyes. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales por la Universidad Francisco Marroquín. Apasionado por los temas jurídicos, políticos y económicos.
oscarreyes@ufm.edu

…Es gracias a los jóvenes de Guatemala que no perdieron la esperanza que hoy puedo hablarles desde este podio. Es gracias a las familias que creyeron en un futuro diferente y no se rindieron ante la desinformación y la mentira. Es gracias a los cuatro pueblos, de quienes no dejo de aprender y valorar diariamente, consciente de las deudas históricas que debemos resolver”.

Presidente Bernardo Arévalo

Todo arrancó un 25 de junio de 2023. Se vislumbraba un escenario catastrófico. La persistencia de un régimen corrupto que, a lo largo de décadas, había consolidado su presencia en todas las instituciones, buscaba perpetuarse, con todas las entidades cooptadas al servicio de las mafias lideradas por Alejandro Giammattei y Miguel Martínez.

Pasada la noche, una luz de esperanza brilló en Guatemala, impulsada por la energía de los jóvenes. Movimiento Semilla logró obtener los votos necesarios y llevó a Bernardo Arévalo al terreno del balotaje.

Tras ese día, varias personas que se encontraban cómodas con la corrupción en el país vieron cómo su modelo de negocios se tambaleaba. La posibilidad real de que un candidato ajeno a la elite tradicional estuviera cerca de alcanzar la primera magistratura de la nación los puso en alerta. Aquí empezó la embestida contra la democracia.

En medio de la turbulencia electoral, los partidos principales denunciaron un presunto fraude en el sistema electrónico y exigieron un recuento de votos. Sin embargo, al no lograr revertir los resultados, el Ministerio Público tomó una medida drástica: logró que un juez sin conocimiento del ordenamiento jurídico, ordenara la suspensión del partido Movimiento Semilla y la retención de sus cargos electos, arrojando sombras sobre la tan esperada segunda vuelta electoral.

A pesar de estas tensiones, la segunda vuelta se llevó a cabo bajo la protección del Tribunal Supremo Electoral y la Corte de Constitucionalidad. Esto sucedió después de presenciar cómo los grupos más radicales de la derecha y los libertarios apoyaban y fomentaban el voto por una candidata que, en el pasado, había sido repudiada por ser vicepresidenta de la Internacional Socialista y exguerrillera, todo en aras de mantener privilegios y el régimen de corrupción.

La escena era tan sorprendente como intrigante. Los mismos sectores que antes condenaban vehementemente a la candidata, ahora la respaldaban. ¿La razón? La preservación de sus privilegios y la continuación del régimen de corrupción que, paradójicamente, aseguraban combatir. Una ironía política que dejaba al descubierto la complejidad del juego de intereses en el escenario electoral.

Tras la oficialización de los resultados y la proclamación de Bernardo Arévalo como presidente electo, el Ministerio Público intensificó su intervención, allanando las cajas electorales en medio de alegaciones de «fraude» por parte del partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), que se negó a aceptar los resultados. Además, solicitaron retirar el derecho de antejuicio a los magistrados del Tribunal Supremo Electoral, alegando irregularidades en el sistema de Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP).

El 8 de diciembre de 2023, el Ministerio Público declaró que las actas electorales utilizadas en los comicios eran «nulas de pleno derecho», ya que no contaban con la autorización previa del Tribunal Supremo Electoral. Este contundente pronunciamiento dejó en la cuerda floja las elecciones presidenciales, legislativas y municipales, generando una nueva ola de incertidumbre en el panorama político del país.

Después de jornadas cargadas de tensión, en las que en el punto más crítico hubo más de 100 rutas principales del país bloqueadas, múltiples días de manifestaciones, persecución política por parte de un grupo de rancios golpistas y malos perdedores, al fin se logró que se respetaran las reglas del juego.

Bernardo Arévalo, el legítimo depositario de la voluntad popular, fue investido como Presidente constitucional de la República, marcando así el inicio de un nuevo período lleno de esperanza.

Este logro fue el fruto de la fuerza conjunta de los jóvenes, los pueblos originarios, la presión de la comunidad internacional y aquellos hastiados de la corrupción. Juntos, lograron derrotar a un sistema completamente cooptado y corrompido hasta la médula. Lo anterior no es para menos, personajes del plano internacional que han vivido de cerca dictaduras cómo la nicaragüense o venezolana, aplauden la forma en que Guatemala salvó la democracia. Esta estuvo a centímetros de perderse, lo que habría implicado la pérdida de varias de nuestras libertades civiles y políticas.

Se inicia un nuevo capítulo, teñido con la promesa de un país más justo, lleno de oportunidad y con la recuperación de las instituciones.

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