Jóvenes por la Transparencia

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Nombre de autor: Alejandro Solórzano


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Durante el 2021, luego de muchos cuestionamientos hacia el primer año de la administración pública de las autoridades actuales, en medio de una pandemia y a pesar de los escándalos generados por la celebración del “bicentenario” de Independencia, el gobierno conmemoró por todo lo alto la “independencia” y “soberanía”, a través de la creación de parques, festivales, desfiles y antorchas que a los guatemaltecos nos costaron más de veintinueve millones de quetzales.

A su vez, que las festividades se llevasen a cabo hace dos años tomó por sorpresa a los más estudiosos y conocidos del tema; pues si bien el 15 de Septiembre de 1821 es la fecha que se encuentra plasmada en el escudo nacional de Guatemala, si nos remontamos dos siglos en la historia recordaremos que fue en 1822, posteriormente a la Independencia de España, que Guatemala pasó a ser parte del imperio mexicano. Proceso que terminó en 1823, con el levantamiento por parte del ejército imperialista, que retomó los principios republicanos, lo que trajo como consecuencia que no se creara una monarquía católica mexicana.

Fue ese mismo año que a consecuencia de quedar solos, los Estados de Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Guatemala y El Salvador deciden crear la República Federal de Centroamérica; de la cual formamos parte hasta el 17 de abril de 1839, cuando Guatemala la abandona oficialmente. En los inicios de 1840, se “recupera” el Estado de Los Altos por parte del capitán general, Rafael Carrera y Turcios, uniendo, ahora sí, al Estado de Guatemala, que sigue siendo la Patria del Criollo.

Sin embargo, la población en general percibimos de manera errónea la historia de nuestro país. Hablo por los que tenemos el privilegio de estudiar en Guatemala; en mi caso en el sector público. Vivimos siendo bombardeados creyendo, en primer lugar, que somos independientes, que la independencia fue para todos y que debemos estar agradecidos de no estar bajo el yugo español. Pero los docentes omiten decir por desconocimiento, porque no creo que sea con mala fe, que en realidad nunca fuimos libres, solo hemos cambiado de dueño.

Hablar de soberanía, igualdad y libertad parecen ser palabras que reservamos para el mal llamado “mes patrio”, cuando vemos a los estudiantes de educación primaria hasta nivel medio salir a traer la antorcha, celebrar actos cívicos y hasta desfilar en nombre de un evento que no pertenece a la mayor parte de la población. Se nos lo ha vendido omitiendo contar los detalles de lo que realmente significó la creación de un Estado como el que tenemos, donde unos pocos se privilegian y la gran mayoría están condenados a la miseria. Necesitamos saberlo, hoy más que nunca cuando vemos que la democracia está corriendo un grave peligro.

Es nuestra labor entender cuál es la realidad de Guatemala, y conocer el deterioro que han tenido los pocos avances que se han dado en el establecimiento del “Poder del pueblo” como mecanismo de toma de decisiones, y defender a toda costa los principios democráticos. Como ciudadanos responsables debemos, a través del ejercicio de nuestros derechos, participar del proceso electoral, no necesariamente de manera partidista, si no para defender la democracia, los principios republicanos y velar para que aquellos que no tienen voz puedan ser escuchados en un país donde la desigualdad está instaurada desde siempre.

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