María Gabriela González Bran
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IG: gabbz_gonzalez
Soy estudiante de Relaciones Internacionales. Soy muy soñadora para los realistas y muy realista para los soñadores, pero todos estamos de acuerdo en que la defensa de la vida, la libertad y la dignidad humana son clave para poder lograr el cambio que todos queremos para nuestra Guatemala y para nuestro mundo.
Qué cosa es la literatura, ¿no? Hemos escuchado muchas historias, algunas con finales más felices que otras. Podemos estar acostumbrados también a cuentos que nos contaban de niños, o que son intergeneracionales, como las leyendas
Sin embargo, pocas veces nos tomamos la molestia de crear las historias del futuro, de construir nosotros la narrativa que queremos y merecemos. Estamos acostumbrados a que alguien más haga lo difícil por nosotros. Nos volvimos críticos y juzgamos qué se hizo bien o no… Ser crítico y ver todo desde fuera es fácil, pero ¿y si nos tomamos la molestia de ser escritores?
Pues bien, para comenzar, necesitamos un tema. Tomemos las elecciones. El contexto… Pues, me gustaría que fuese 2023, en Guatemala un país centroamericano con una intensa historia sociopolítica, con una democracia joven que tratase de no sofocarse en el mar de corrupción y falta de identidad nacional, y cuyas últimas elecciones se han caracterizado principalmente por tener voto castigo; votos por el “menos peor”.
Los villanos podrían ser abstractos: la corrupción y el desinterés. Podríamos agregar ese típico personaje que para algunos es más villano, pero para otros es bueno. Ese personaje estará representado por los partidos políticos y sus candidatos. Finalmente, pero obviamente no menos importante, nuestro protagonista: la población guatemalteca en edad de votar. Especialmente, los jóvenes que, con el último aliento de esperanza y deseo casi extinto de mejorar el país, piensan ir a votar. Perfecto. El problema de la historia irá desarrollándose poco a poco, y es que, en mi breve experiencia escribiendo, puedo decir que muchas veces las ideas solo fluyen cuando se empiezan a escribir, así que ni usted ni yo conocemos aún el problema de nuestra historia.
Bueno. Pues todo comienza un 20 de enero. La convocatoria a elecciones es el comienzo de esa temporada especial en Guatemala. Al día siguiente, y hasta el 26 de marzo, aparece nuestro personaje de moralidad misteriosa, porque es cuando todos los partidos inscriben a sus candidatos a alcaldes, diputados y al binomio presidencial. Ahora, el inicio de lo jugoso de nuestra historia es del 27 de marzo al 23 de junio, cuando esos candidatos se presentan a nuestros protagonistas. Aquí es donde entra su pluma, estimado lector, porque puede tomar el camino A, en el que los jóvenes se toman la molestia de ver los debates, leer por lo menos algunos planes de gobierno, conocer quiénes están participando y fomentar la discusión, el debate y la participación entre sus conocidos. El objetivo es que lleguen al 25 de junio a las urnas, y voten de la forma más consciente posible, y se alisten para la posible segunda vuelta del 20 de agosto, escogiendo por primera vez, después de mucho tiempo, a los políticos más idóneos del país.
O, puede irse por el camino B, y que los jóvenes pierdan el interés por la política, se rindan, no investiguen a los candidatos, promuevan no ir a votar para castigar al sistema y que no se repita lo de votar por el “menos peor” … Todo para que llegue el 25 de junio, y las tasas de participación electoral disminuyan, hasta que la democracia se ahogue y Guatemala se vuelva un país donde los jóvenes no quieran saber nada de lo que no los beneficia a todos a corto plazo.
La pregunta es ¿qué papel queremos darle a nuestros jóvenes? ¿Queremos que nuestra historia sea con final feliz, aunque tenga altibajos; o queremos escribir una tragedia política de cómo las elecciones fracasaron en su último intento de promover la participación ciudadana? La pluma la tiene usted.
