Eduardo Aguilar
Students for Liberty Guatemala
Coordinador Nacional
eaguilar@eslibertad.org
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Cuando pensamos en nuestro país, sabemos que tenemos muchos retos por delante. Los avances logrados por las generaciones de antaño, que generaron prosperidad y libertad democrática para los guatemaltecos, deben continuarse de forma que se nos conciba como una generación digna del reto: ser mejores para vivir mejor. También sabemos que durante los últimos 30 años hemos vivido los primeros pasos del proyecto de una democracia liberal, que inicia la naturalización de determinadas libertades para el grupo urbano de adultos jóvenes.
Pero mientras esto ocurre, también es verdad que, en una forma paralela, el modelo feudal se arraiga más que nunca en todo el país. Y a pesar de la insistencia de justificar una “democracia directa” las estructuras que actualmente ejercen la representación “comunitaria” solo ejecutan el poder arbitrario y sin contrapesos. Por ello es urgente replantearnos las excusas de las autoridades oficiales, o de la verborrea de la supuesta oposición colectivista, lo cierto es que esta forma disminuye toda consciencia, y transforma en obediencia y súbditos a la gente de nuestro país. Por eso, es necesario levantar la voz en contra de las formas totalitarias que han rebautizado con el nombre de Consejo Comunitario de Desarrollo (COCODE).
Un COCODE vende la idea a los ciudadanos por parte de todo agente de la política general. De ser la mayor expresión de la democracia participativa de país, y sin ellos nuestra democracia no sería más que pura formalidad desprovista de legitimidad. Los vehículos partidistas, sin importar la bandera que profesen, sostienen de forma activa discursos sobre las necesidades que se proponen por medio del COCODE, como las necesidades inmediatas y reales de la población. Y también como el medio correcto para mostrar la legitimidad que tanto desean se les reconozca.
Sin embargo, y para desgracia de todo el país, esta visión romántica y pocas veces cuestionada del desgastado cuento del pueblo siendo representado, es solo otro engaño del estratega político. Porque si algo es real, es que las instituciones reformadas en la época del gobierno del Frente Republicano Guatemalteco (FRG), nunca fueron pensadas como entes democráticos; Pero sí, perfectamente asimiladas por la Unidad Nacional de la Esperanzas (UNE) y posteriormente por nuevos agentes políticos, para darle usos completamente antidemocráticos.
En principio, el ejercicio del mandato de representación al que su liderazgo se somete nunca ha sido vinculado a la alternabilidad del poder o su traspaso pacífico. Es más, al igual que los diputados o los alcaldes, no existe una limitación en períodos de reelección, con el agravante de que ni siquiera cuentan con el Tribunal Supremo Electoral (TSE) u observaciones de garantes de sus procesos.
Lo más alarmante es que los personajes que lideran estas organizaciones, deciden sobre la vida de los otros, de forma completamente arbitraria y sin mecanismos reales de control y contención de su poder. Deciden, bajo la cobertura de sus pequeñas cortes reales (municipalidades), quién recibe la energía eléctrica, el alimento, la ayuda humanitaria, los proyectos de gobierno, etc.
El incentivo que genera la permanencia y concentración de poder en estos miembros de Concejos Municipales y sus grandes señores alcaldes, es precisamente la creación de redes clientelares: Estas generan personas altamente dependientes de la ayuda estatal o ciudadana. El precio a pagar de las personas que habitan en comunidades con estos nuevos microfeudos es su conciencia. Solo les queda la súplica y el ruego a la autoridad, porque ahora son simples súbditos del poder político, que como guatemaltecos hemos permitido que exista y retorne.
Mientras los COCODES sigan existiendo bajo el modelo actual, su evolución hacia la perversión solo tenderá a empeorar. Si los jóvenes desean mejorar para sí mismos la estructura democrática del país se deben considerar las formas en las que se hace (porque las formas importan) y no solo se deben marcar objetivos de papel y declararlos. Hacer del sistema de libertad democrática una realidad mínima para estos millones de guatemaltecos que ven anulados sus derechos civiles y políticos es el reto de esta generación.
Porque lo que debería ser una estructura dinámica, democrática y creativa, se ha transformado en una estructura feudal de perversión, abusos y miseria para muchos. Los jóvenes entienden que esta tarea será titánica, pero están dispuestos a aceptar el reto y reducir estas estructuras políticas para sobreponerse y liberar a la mayor cantidad de súbditos para reconocerles como ciudadanos universales de nuestro país y de la gran familia que eso implica.