Jóvenes por la Transparencia

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Adriana Casasola
Twitter: @Adri_Casasola
LinkedIn: Adriana Casasola González
Mail: adrisasola@gmail.com
Antropóloga

Un año más pasa en este pequeño, pero siempre relevante, punto del globo terráqueo, y los guatemaltecos nos preguntamos qué nos traerá el bonachón de San Nicolás esta Navidad. Si Giammattei y su pandilla todavía no han hecho nada que nos pongan en la lista de los que se portan mal, como sí lograron que nos pusieran en el primer puesto como el país más pobre de Latinoamérica (o el segundo, para los más sensibles). ¿Acaso se compadecerá el representante de la Navidad y la Coca Cola de nosotros, aunque no haya calles en buen estado para aterrizar su trineo?

Entre las cartas enviadas al Polo Norte, hay ciertos aspirantes cuestionables a candidaturas presidenciales que pretenden involucrar al pobre Santa Claus en política. Le piden que les traiga un par de alfombras mágicas a los del Tribunal Supremo Electoral (TSE), para que les permitan participar en las elecciones. A cambio de esto, ellos le regalan una playera futbolera de la selección de Guatemala a él y a todos sus duendes, para que la usen en 4 años cuando, después de ser electos, ahora sí nos lleven al próximo Mundial. También otros chapines con el sentimiento patriótico anticorrupción brillando en sus pechos, como foquitos de Navidad de colores, le escriben, con buenas intenciones aunque con mala estrategia, que por favor se lleve al presi al más allá en su saco de regalos, aprovechando que está enfermo y tal vez los aires antárticos terminan de agravarle la tos. Claro que, si todo esto no funciona, quizá los Reyes Magos nos ayuden porque a veces pareciera que, en Guatemala, solo un milagro o la magia pueden salvarnos.

Es por ello que nunca perdemos la fe en los rituales y las tradiciones, y terminamos confiándole al mismísimo chamuco nuestras penas y desgracias para después encenderlo en llamas el 7 de diciembre, esperando que se quemen con él todas las tristezas del año, la inflación y la violencia. Y, por si eso no llegara a ser suficiente, le ponemos la cara de los políticos a los que hasta ellos les tienen miedo, para ver si esto tiene algún tipo de efecto vudú en los mentados. Este año, se nos olvidó poner algunas caras en las piñatas y, por eso, Roxana Baldetti y Otto Pérez Molina ya están con un pie más afuera que adentro de la cárcel. Tendremos que averiguar si las Luces Campero logran un milagro de Navidad con sus mejores fuegos artificiales, haciendo que el verdadero sentido de la Navidad nazca finalmente en los corazones de los líderes de la nación y los veamos saliendo del Congreso en carrozas navideñas para culminar cantando villancicos, tomados de las manos, alrededor del Árbol Gallo junto a los más relevantes dipunarcos.

Si todo esto no funciona, siempre está la opción de encargar una docena de tamales especiales, llenar un tupper de dos litros con ponche, y amarrar los tilinches al burrito sabanero para que nos lleve en caravana migrante, lo más lejos de Guatemala posible. Quizás, siguiendo a la Estrella Polar hacia un nuevo salvador del mundo. O, a lo mejor, se encamina a la USAC, buscando quien nos abra las puertas para darnos asilo político en la ciudad universitaria. Y ahí sí, ponernos de una buena vez a organizarnos desde una propuesta multicultural y plurinacional, y no esperar a que se cumplan los cuentos de hadas, sino regalarnos a nosotros mismos una poco de dignidad social para liberar a este país de lo que hemos dejado que se convierta.

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