Norah Sophia Bolívar
Estudiante de Ciencia Política y Relaciones Internacionales
Bolivarnorah@gmail.com
Instagram: @sphblvr
En nombre del padre, del hijo y del espíritu; bandera nuestra a ti juramos…
A ti juramos que bajo el manto de la soberanía institucional se resguardan los corruptos. A ti juramos que los reyes guatemaltecos y las élites de invasores se mantienen en la impunidad. A ti juramos que nuestros derechos son vulnerados diariamente. A ti juramos que su ética ideologizada es menos que una falsa bandera. A ti juramos que la democracia conservadora es una política fallida. A ti juramos que el militarismo del Estado ha defendido ¡a capa y espada! a cada burócrata antiderechos. A ti juramos que el nacionalismo hipócrita nos consume, nos persigue, porque creemos ser Estado y, la verdad, es que apenas somos paisaje.
Tantas veces encontrados en ese furor celeste y blanco de nuestra patria, ¡Porque soy guatemalteco y qué viva Guatemala!, ¡Qué viva mi Guate! Aunque, sinceramente, nunca he abierto una constitución. ¡Qué vivan los quetzales! Aunque el único que he visto es el de mi ficha que ya no pagan ni un ricito. ¡Qué viva la bandera! ¡Sí! La que compré hace dos días en el tráfico de tres horas para llegar a mi casa. Me costó Q3 ¡Tremenda ganga! ¡Pero qué sabroso el Subanik! Esperen, ¿qué es eso? ¡Los lagos y ríos! ¿Cuáles? ¿Los vendidos y corrompidos por las mineras? Bueno… Tenemos una bonita ciudad, casi convertida en parque acuático, quizá se active el turismo.
Quizá… quizá necesitamos tiempo. Tiempo para reavivar esa furia de resiliencia que tanto nos falta, quizá un jalón de orejas como el que me daba mi mamá cuando era pequeña y no era capaz de entender que, si repito las mismas acciones del pasado, obtendría los mismos resultados. No importaba cuántas veces lo hiciera, las cosas no iban a cambiar. Tampoco podría ir por la vida jalando orejas, ni siquiera soy mamá y la violencia nunca es la solución. Ahora lo sé. Pero este genuino sentimiento de cansancio no. Cada día vivido en Guatemala nos cansa, nos agota, acaba con el tejido social, ya nadie hace nada por nadie, no tenemos tiempo para vivir, para disfrutar, para conversar, ni para lamentarnos… a veces sí, para maltratar a la señora o al señor que de nada tienen la culpa y probablemente solo estén haciendo su trabajo.
Si tienen un billete de Q20 cerca analicémoslo, la parte trasera es la imagen de la firma del acta de “Independencia”, ¿Independencia de quiénes? Si realmente fueron criollos quienes firmaron ese papel. Era el surgimiento de un sentimiento ingenuo de nación, hipócritamente país, Estado; la transición de no actuar bajo el nombre de una corona, pero sí bajo el de un Capitán General enviado por la monarquía. Una consolidación de la metrópoli española para y por los criollos. Esa Independencia no nos representa, aunque haya sido por esfuerzos de pueblos indígenas ante la búsqueda de territorios liderados por ellos, no hay mayas, no hay xinkas ni garífunas, tampoco mujeres, probablemente ni ladinos.
A veces no hay agua en mi zona, el congestionamiento vehicular es frustrante, en las escuelas se cuela el agua, el transporte público es mediocre, hay niños pidiendo una moneda en cada esquina, los drenajes colapsan y se tragan personas, los cenotes de las calles autos, hombres me acosan mientras camino, creo que hoy no voy a comer, no me alcanza.
Hoy, no somos país, tampoco paisaje. ¡Felices 201 años de Independencia! ¡Feliz cumpleaños miwate!