Gabriel Molina
Estudiante de Maestría en Comunicación e Identidad Corporativa con especialidad en periodismo por USAC y UNINI México
agmm9213@gmail.com
Tw: @Gabo_Molina13
En la corta historia democrática de Guatemala, ningún partido político ha logrado dos períodos ejecutivos. La vida de las agrupaciones electorales, por lo general, son efímeras; mientras una minoría sobrevive. Esas excepciones lo han logrado a través de organización, mutación y transfuguismo.
A pocos meses de los próximos comicios, los guatemaltecos comienzan a pensar quién será el décimo primer presidente desde 1986.
Ahora bien, el próximo año se decidirán autoridades para el período de 2024 a 2028. No es de extrañar, que el sistema multipartidista de Guatemala sea un caos. En vez de presentar nuevos rostros con nuevas propuestas, tendremos muchas caras conocidas con las mismas ideas de siempre. Esta columna se dividirá en tres partes para profundizar en los cargos a elegir: binomio presidencial, diputados y alcaldes.
La población está cansada de las falsas promesas, regalos que se aceptan por necesidad y no por convicción, y figuras perfectas de candidatos que están claramente desconectados de la realidad del guatemalteco de a pie.
Vamos con un poco de historia. Arzú Irigoyen logró la presidencia junto al PAN, luego, fundaría al Partido Unionista que ha tenido éxito en la capital. Alfonso Portillo fue presidente con apoyo del FRG de Ríos Montt y, años más tarde, Zury Ríos crearía el Partido Republicano Institucional (PRI) que no tuvo éxito, para después fundar el Partido Valor que tiene fuerte presencia en la actual Legislatura. Por último, el partido político más sólido hasta hoy es: Unidad Nacional de la Esperanza (UNE). La UNE fue capaz de ganar en las elecciones de 2008 para que Álvaro Colom fuese presidente y, desde entonces, Sandra Torres ha manejado esta organización permaneciendo como una fuerza parlamentaria por varios años.
De acuerdo al artículo 182 de la Constitución Política, el Presidente de la República “representa la unidad nacional y deberá velar por los intereses de toda la población”. Además, dentro de sus funciones está coordinar la política de desarrollo de la nación, así como mantener la integridad territorial y la dignidad del país. Una difícil tarea para un país multiétnico, plurilingüe y con heridas históricas sin sanar.
Un elemento básico para un político partidista es la ideología. No basta con decir que pertenece a la derecha o a la izquierda. La ideología para Van Dijk (1980) es un sistema sociocognitivo, una representación mental que puede ser usada para la interpretación de una realidad, hechos y acciones. El chileno Jaime Guzmán esquivaba la ideología asegurando que son moldes rígidos incompatibles con el ser vivo que es la sociedad.
Los próximos candidatos presidenciales deben alejarse de los discursos demagógicos y tópicos como: aborto, pena de muerte, matrimonio igualitario y similares. Estos temas son multidimensionales y requieren de profesionales y varios sectores para encontrar el bienestar común.
En cambio, los contendientes al cargo de presidente tendrán que mostrar una imagen más humana. Acercarse a temas de urgencia, y comprometerse con las deudas históricas que otros gobiernos han ignorado. Me refiero a: el cambio climático, crisis hídrica, minería, acuerdos de paz, inmigración, educación y salud integral de calidad. Sin olvidar temas vinculados con derechos humanos, pueblos originarios, derechos de las mujeres y personas de la tercera edad.
Comencemos a investigar a los candidatos para cuestionar sus promesas y propuestas.