David Chávez
davidalexanderch1@gmail.com
Instagram: @davidchavez
Soy estudiante de Ciencia Política, amante y defensor de la libertad y propiedad.
En una ocasión participé en un conversatorio acerca del rol que juega la sociedad civil en nuestro país. Se analizaron las debilidades y la falta de voluntad de los ciudadanos ante las distintas problemáticas, sin embargo, a mi parecer pocas fueron las propuestas para fomentar la participación.
Por eso me gustaría opinar sobre un tema que en estos espacios se dialoga mucho, pero del que percibo poco consenso: El empoderamiento social.
Este concepto es el proceso mediante el cual las personas fortalecen sus capacidades, confianza, visión y participación en un grupo social y a través de estas dinámicas logran impulsar cambios positivos en el contexto en que viven.
Guatemala es una sociedad con muchas problemáticas, el crear espacios de empoderamiento y participación social permite transformar las dinámicas del país, pues facilitan que los individuos puedan cambiar la situación de su entorno.
La participación ciudadana debe de ser un tema de mayor importancia para las juventudes, pues su nivel de involucramiento en la vida política es sumamente importante. En los hallazgos de distintas organizaciones se destaca que entre las Elecciones Generales de 2011 y las de 2019, la participación de las personas jóvenes en el padrón electoral ha disminuido.
La ciudadanía disruptiva
Ese porcentaje de jóvenes líderes involucrados en la creación de espacios que fortalecen la participación ciudadana en el país, deben de considerar en sus proyectos el fomento del empoderamiento ciudadano, a través de estos 5 pilares, qué en lo personal, considero importantes para alcanzarlo: Fortaleza interna, confianza, Formación Civil, Poder de decisión, Liderazgo individual.
La fortaleza interna se entiende como la superación de una aparente debilidad. Esto se logra examinando los contextos socioculturales donde se desenvuelve cada persona, para comprender por qué considera que ese aspecto es una limitante o debilidad en su vida. Quien asume el reto de reconstruirse con sus fortalezas y debilidades es capaz de crear los espacios para ejercer sus derechos y proyectar sus ideas, alcanzando sus objetivos y logrando obtener el tercer pilar: la confianza en sí mismo. El entender que todo individuo es capaz, valioso y que merece ser escuchado, fomenta el desarrollo personal y social.
El poder de decidir sobre nuestro contexto social y nuestro futuro es uno de los derechos fundamentales que adquirimos al vivir en una sociedad democrática y libre. Toda decisión es política y usando nuestro poder de elección alcanzamos la capacidad de superar toda excusa para cambiar cualquier aspecto social. Esto solo se logra al estar instruido, con base en una activa y saludable cultura ciudadana.
El liderazgo como la acción ejercida por un individuo con habilidades suficientes para adquirir conocimientos e impulsarlos según demanda su entorno es la última etapa del apoderamiento social. El ecosistema del empoderamiento social crea la responsabilidad de actuar ante las problemáticas que atravesamos, fomenta la cultura ciudadana y mejora el entorno político en el que vivimos.
La verdadera participación comienza con individuos empoderados y para generarlo debemos comenzar a trabajar en empoderar a los jóvenes, formarlos y volverlos líderes en sus espacios pues “La inacción es un arma masiva de destrucción”.