Meylin Guisela Mendizabal
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– *Soy estudiante de Relaciones Internacionales y he asumido mi responsabilidad de acciones en dirección de una mayor igualdad. Creo firmemente que, intercambiando ideas, todos podemos alcanzar la libertad y justicia anhelada.
Siempre me ha encantado la Navidad, esa idea de convivencia, amor y felicidad. Sin embargo, este año será el primero en el cual mi abuela ya no está entre nosotros, lo cual me hizo pensar en las 16,057 personas que dejaron un vacío en las familias guatemaltecas a causa de la pandemia. Aunado a esto, recordé cuando tenía 17 años, en el mes de noviembre, realicé unas prácticas en una organización que trabaja con la comunidad de extrema pobreza situada en el Relleno Sanitario de la zona 3 en la ciudad. Esta experiencia me hizo adoptar una visión diferente porque ellos promocionaban un catálogo de regalos el cual incluía tutorías académicas, atención médica y nutricional, entre otras. Hasta ese momento no había reflexionado sobre la injusticia y desigualdad que en el país hay, acaso ¿los servicios básicos deben ser considerados un regalo?
Investigando un poco, encontré las siguientes cifras que revelan las exorbitantes desigualdades que enfrentamos. El 59% de los 16,346,950 habitantes viven en pobreza; el país tiene la tasa de desnutrición crónica más alta de América Latina y una de las más elevadas del mundo con 49.8%. El nivel de escolaridad en Guatemala es sumamente bajo, estimado, en un promedio de 2.3 años. En esencia, los guatemaltecos no tenemos una vida digna.
Entrando un poco en materia de Derechos Humanos, el Artículo 25.1 de la Convención Internacional de los Derechos Humanos, establece que “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios […].” Dicho con otras palabras, nuestro derecho como seres humanos es disfrutar de nuestras libertades básicas con dignidad, sin vergüenza ni obstáculos irrazonables. Tal y como lo establece el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Los Estados, están obligados a adoptar medidas hasta el máximo de los recursos que dispongan, para alcanzar paulatinamente la plena efectividad de los derechos económicos, sociales y culturales.
No obstante, como ya se señaló, en Guatemala no hay un nivel de vida justo, lo cual es un efecto del carácter democrático de nuestro Estado y la mala gestión de los gobernantes; estos factores, han contribuido a que inevitablemente los miembros de la sociedad vivamos en un umbral de pobreza.
Por ello, hoy decidí hablar sobre este tema para que no olvidemos que la dignidad humana de una gran parte de la población sigue siendo vulnerada por actos de desigualdad, exclusión y violencia. Guatemala es un Estado frágil donde la brecha de seguridad es tan grande que, en su mayoría, los guatemaltecos no gozamos de protección porque los gobiernos han sido incapaces de cumplir con su mandato constitucional.
Entonces, como guatemaltecos, ¿qué procede? Debemos despertar. Si seguimos callando lo que pensamos, absteniéndonos de participar en asuntos políticos por el temor de generar controversia, la situación no cambiará. ¿Cuánto tiempo llevamos así? ¿Queremos seguir viviendo en un Estado generador de inseguridad? La solución a este problema reside en nosotros, fomentemos las discusiones de estos temas, si expresamos nuestras ideas podemos profundizar en el conocimiento y la comprensión del funcionamiento de nuestra sociedad, asimismo, podemos producir una infinidad de opiniones que en conjunto son la respuesta para hacer frente a los problemas de nuestra realidad.