Gabriel Molina
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Maestreando en Comunicación por USAC y UNINI México.
Joven guatemalteco creyente de la educación, la libertad, los Derechos Humanos, la democracia y la política.
Hoy, el Internet les ha dado voz a muchos, democratizando el acceso a la información y el derecho de libertad de expresión. Ahora, desde cuentas personales, cada individuo puede comentar, compartir, calificar y crear contenido según sus preferencias y necesidades.
La Carta de las Naciones Unidas no incluye el término «democracia», pero posee la frase: «Nosotros los pueblos», reflejando el principio fundamental democrático de la voluntad del pueblo. La Organización de las Naciones Unidas promueve un conjunto de principios y valores que deberían perseguir la mayor participación, igualdad, seguridad y el desarrollo de todos los seres humanos.
En palabras sencillas, la democracia es un modelo de gobierno que proviene de la Antigüedad y se define como el poder de las masas. Esto implica que en el siglo XXI se deben escuchar y valorar todas las opiniones y opciones para criticar, discriminar y finalmente, elegir aquellas con las que la mayoría concuerde.
Sin embargo, ¿qué ocurre cuándo un pueblo se niega a escuchar ideas diferentes?
Recientemente, Miss Guatemala 2021, Dannia Guevara, fue linchada mediáticamente por dar su opinión acerca del instrumento nacional, la Marimba.
Ella expresó que la música nacional guatemalteca es hermosa, pero que solo es apreciada y bailada por los abuelitos, ya que los jóvenes tienen sus nuevos gustos. Aunque no era un tema trascendental, se volvió viral y tendencia en Guatemala.
Por fortuna, algunos cibernautas reflexionaron sobre el discurso doble moral al mencionar que Guevara no representaba con orgullo al país y no sentía amor por Guatemala, mientras en las mismas plataformas digitales de música se percibe la preferencia por otros géneros musicales por parte de los propios guatemaltecos.
Otro ejemplo, el pasado 25 de noviembre, Luis Enrique Cruz, mejor conocido como Veneno, publicó en sus redes sociales un clip hablando acerca del respeto a las ideas diferentes y el problema de la cancelación. Explicó que no tiene problemas con declarar que es conservador, cree en Dios, considera a la familia y la educación de los niños como pilares de su cosmovisión, pero entiende que hoy el respeto está ausente en la sociedad.
Como tercer y último ejemplo, está el caso del diputado Alberto Sánchez Guzmán, a quien el Partido Movimiento Semilla ha separado del Bloque Legislativo por una supuesta «traición sistemática». Esto ocurrió después que Sánchez votara a favor de la Alianza Pública-Privada del decreto 18-2021 para la nueva carretera Escuintla – Puerto Quetzal.
Sánchez envió una carta al Jefe de Bloque, el diputado Bernardo Arévalo, exponiendo una serie de problemas internos que han ocurrido en la Bancada y no se han solucionado de forma satisfactoria o ética.
Estos ejemplos vislumbran cómo la sociedad contemporánea es menos democrática de lo que trata aparentar.
La cancelación es un síntoma de la enfermedad de la intolerancia, presente en el arte, el entretenimiento, la política y hasta en la moda. El respeto comienza perpetuando la dignidad del prójimo y si en dado caso está en un error, mediatizarlo y señalar sin discriminación su falla no es el camino a la democracia.
Ondear la bandera de pensamiento diferente no tiene relación con imponer creencias e ideas. Los acuerdos son consecuencias de las diferencias y coincidencias.
Como jóvenes no nos limitemos a escuchar o leer discursos con los que concordemos. Rompamos prejuicios y estereotipos. Aprendamos a escuchar, respetar y debatir ideas, no al daño a la integridad de individuos, comunidades o culturas.