Mária Fernanda Hernández*
maferhernand@gmail.com
A través de la historia, las juventudes han luchado por su integración al panorama político no como meros receptores, sino como actrices y actores transformadores de realidades y dinámicas nacionales e internacionales. Ahora que los límites y las fronteras en las redes son relativos, la juventud ha asumido un papel clave en ser difusora y creadora de información a través de medios y plataformas digitales.
La gente joven abraza causas de manera personal, las manifiesta en sus espacios y las potencia en internet; es así como conoce los hechos y genera opinión de forma masiva, implicándose en la política a través de problemáticas y eventos concretos. La participación no se dirige solamente a la esfera política ni tiene una sola forma, hay variadas expresiones de cómo la juventud se involucra en sus espacios de interés. Sin embargo, es importante enfatizar que los espacios institucionales o las formas clásicas de participación derivadas de las autoridades gubernamentales son las más inaccesibles y las menos legítimas para la juventud.
Resalta entonces la necesidad de visibilizar que existen formas alternativas de participación; y que, por tanto, la implicación de la juventud en lo político sigue presente y que la anomia social que se presenta en cierta medida por su parte es resultado del deterioro de la confianza en el sistema, que continuamente ignora sus necesidades.
La juventud es objeto de prejuicios acerca de sus facultades, se le impone su adaptación a las viejas formas y estructuras, y enfrenta resistencia en las relaciones sociales asimétricas entre las personas adultas. Este adultocentrismo puede ser enfrentado por el acceso a la información digital que, por ejemplo, permite exponer continuamente y observar la actuación de las instituciones y sus representantes en las redes sociales. Pero, cómo potenciar esta participación, cómo disminuir la brecha de conocimiento entre dirigentes y ciudadanía joven en un país en el que únicamente el 29% cuenta con acceso a internet, de acuerdo con el último censo de población.
Si el acceso a la información es considerado un factor esencial para la democracia, Guatemala y su profunda desigualdad obstaculiza en gran medida cualquier expresión de participación ciudadana, no solo la juvenil, porque las desigualdades también se trasladan al mundo digital.
La participación en redes es importante porque promueve al mismo tiempo el involucramiento fuera de lo digital; pero hace falta un largo camino para reducir la brecha digital y construir espacios reales de participación para la juventud.
Además, se debe destacar un punto esencial sobre la información y su acceso, y es que conocer los datos y mantener discusiones por sí solas no ocasiona transformaciones. La pronunciación de la juventud es valiosa, al igual que su voluntad; no obstante, sin organización no se puede formar un camino para el cambio.
Que la acción de la juventud se encuentre dispersa es un valioso recurso para la élite de este país, porque ocasiona que los esfuerzos por visibilizar y reducir las problemáticas se concentren en una multiplicidad de espacios que no poseen la suficiente fuerza para influir decisivamente en la gestión pública.
La información se difunde y los objetivos se comparten; lo fundamental es unir esfuerzos y organizar rutas de acción dentro de los espacios de la juventud. La pregunta es: ¿cómo lograrlo? Para ello, las motivaciones personales deben ser olvidadas y la información debe utilizarse con un propósito para forjar acciones que transformen realidades.
*Estudio para ser internacionalista, pero quiero aprender mucho más. Siempre se me ha dado mejor observar.