Los guatemaltecos, hace más de un año, dieron un giro con la esperanza que Guatemala empezara una ruta distinta. Si con todo los retos que tenemos encima el país se mantiene de pie gracias al esfuerzo de la gente honrada, el trabajo de muchos, las inversiones de otros y las remesas de millones, con leves pero profundos ajustes podemos dar saltos de calidad.

Pero hoy ese cambio no tiene puntos claros de partida, es más, luego de las formas con las que la bancada oficial negoció en el Congreso parece que todo sigue igual mientras los grandes defensores de la impunidad y alentadores de la corrupción siguen haciendo daño a la gente honrada, al guatemalteco trabajador y a todos aquellos que quieren invertir para generar oportunidades.

El Ministerio Público (MP) tiene dos caras. La de la protección a los negocios de Alejandro Giammattei, Miguel Martínez, Felipe Alejos y Cía a los que les dan eterno Consuelo y les ofrecen la protección de un Ángel y las acciones que emprenden con acusaciones dudosas al punto de acusar a una jueza  y un periodista porque a su juicio son amigos y por eso ella resolvió de esa manera.

Pero los jueces que siguen teniendo sus formas de que les llegue el dinero por lo que resuelven, a esos sí les cae el Consuelo necesario porque cuando están recibiendo los frutos del mal imploran el nombre de Dios para “lavar conciencia” y con eso basta para los Ángeles de la Impunidad.

El mundo nos mira. El inversionista nos observa, el migrante no pierde detalle y la gente honesta y trabajadora cada vez va perdiendo la esperanza porque no solo son las acciones de los agentes de la impunidad, es la falta de articulación y operación de los que están llamados a liderar el cambio.

Si la esperanza es que desde las negociaciones del Congreso esto cambie, estamos fritos porque ya vimos que todos los incentivos en obras tipo el listado geográfico de obras que le dieron al sistema no fueron para provocar el inicio de un cambio sostenible sino sirvieron para intentar ser de nuevo una bancada. Las relaciones, abrazos y tragos con oscuros personajes confirman que no hay nada diferente al resto.

El país demandó y quiere cambios reales para que haya más y mejor rendición de cuentas. Necesitamos una Contraloría General de Cuentas (CGC) más fuerte y con capacidad de fiscalizar previo a que se roben las vacas. Necesitamos mejores formas de elegir jueces y magistrados, formas de premiar a los jueces honestos y maneras en las que los jueces oscuros rindas cuentas en el marco de la ley.

Un Tribunal Supremo Electoral (TSE) que sea garante electoral, del proceso, del resultado y nunca más descalificador de candidatos tras recibir presiones y llamadas de patojos abusivos cuyo único logro fue elegir a su pareja.

Es urgente que el Ministerio Público deje de ser un Ministerio de Protección de las mafias, del sistema y de aquellos que transitan en la ilegalidad. Y no se trata de péndulos y de seguir haciendo cosas que luego utilizan los poderes de turno de mala manera, se trata de cambios sostenibles y bien articulados.

Si siempre hemos dicho que las cosas de país no pueden solo estar en manos de políticos porque son muy importantes, bien haría la ciudadanía en iniciar un serio proceso de diálogo para alcanzar acuerdos que el país demanda y la sociedad pide a gritos.

¿Cuánta más frustración queremos acumular? ¿Cuántos más mensajes queremos mandar a la gente de honrada para que sigan perdiendo la esperanza? ¿Cuántas más oportunidades queremos perder?

Esta no puede ni debe ser la cara del cambio.

 

Pedro Pablo Marroquín

pmarroquin@lahora.gt

Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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