Pedro Pablo Marroquín

pmarroquin@lahora.gt

Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Tener dos oficios demanda mucho tiempo y ante tales tareas mis columnas (escritas o en video) fueron las que se vieron sacrificadas. Mucha agua ha pasado debajo del río y el guatemalteco todavía no ve materializado un cambio que impacte sostenidamente en sus vidas.

Hay todo un sistema que está diseñado para favorecer la corrupción y el tráfico de influencias y cuando no hay dineros de por medio, en efectivo o en comisiones para lograr los acuerdos, todo tarda más. Para algunos en el Gobierno central la curva de aprendizaje ha sido muy complicada y en algunos casos hay una paralización preocupante.

El país viene saliendo, sin duda alguna, de los 4 años más oscuros en la historia; vivimos la corrupción más asquerosa que se pueda pensar y vimos cómo todo giraba alrededor de la perversidad. Guatemala vivió y sigue viviendo en cierta medida bajo los caprichos de un joven que nunca pudo hacer nada de forma honrada por sus pistolas y y un expresidente que le entregó el país como aquel que manda rosas a su pareja.

Hay tanto por enderezar en este país porque lo que nos han dejado llora sangre: puertos, carreteras, aeropuerto(s), sistema educativo, de salud, cárceles, el IGSS y un largo etcétera que cuando uno ve, la primera pregunta es ¿por dónde empiezo?

Y para mí, no porque sea abogado, todo debe tener un punto de partida en recuperar la certeza y el Estado de Derecho.

Digamos por un momento que Consuelo Porras no puede seguir defendiendo la corrupción, esa que al Dios a quien le reza tanto repugna, y renunciara; eso abriría un espacio en el que los guatemaltecos necesitamos asegurarnos que no pasaremos épocas de venganzas y de cobrar cuentas, si no que será un camino en el que juntos podremos empezar a diseñar las reformas que el país necesita para atraer más inversión que impacte en la calidad de vida de los guatemaltecos.

Pero para tener esas certezas, nos debemos hablar, nos debemos ver a los ojos, debemos hacer un pacto por la justicia de este país que pudiera ser, como puse de ejemplo, que inicie por el Ministerio Público (MP) sabiendo que no es la única tarea pendiente para tener un verdadero Estado de Derecho.

Debemos reformar la forma en la que se eligen magistrados, debemos dar garantías a los jueces honrados y crear mecanismos para que deban rendir cuentas.

Se necesita un acuerdo entre la clase política (Presidente y la sociedad) y el Presidente, con el Congreso y la misma sociedad.

El peso de la Presidencia vale y el que está llamado a iniciar y convocar a los diálogos es el mismo Bernardo Arévalo.

Ya son demasiadas las personas y sectores que han entendido los efectos de la falta de investigación y aplicación de la justicia.

El crimen organizado está cada vez más presente y las muertes son cada vez más peliculescas, más aparatosas y con más mensajes para todos.

Guatemala y los guatemaltecos merecemos estar mejor. De la voluntad de todos depende empezar este camino que no es fácil, pero tampoco imposible.

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