Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Hoy se cumplen 160 días en los que la fiscal general del Ministerio Público (MP), Consuelo Porras, y el secretario general, Ángel Pineda, son la madrina y el ángel guardián del poder tras el trono en el gobierno anterior, Miguel Martínez y su pareja, Alejandro Giammattei.

No había acto importante o negocio jugoso en la administración pública en la que no tuviera que ver la pareja del Presidente y en muchas de las denuncias que la Superintendencia de Bancos (SIB), por medio de la Intendencia de Verificación Especial (IVE), dice haber presentado, habría relaciones que permiten no solo trazar el dinero sino llegar a los beneficiarios finales.

Hemos investigado y evidenciado cómo la corrupción fue la norma en la adjudicación de obras en el gobierno anterior, porque en esos años se dio un relajamiento en todo lo que podía haber sido el cumplimiento de las normas y eso es en gran parte posible porque cuando la corrupción y la impunidad tienen Consuelo, las cosas son más sencillas para los operadores de la mafia.

Además del Consuelo y las Porras que tienen, se apalancan en una sociedad que ya, quizá hasta por necesidad y salud mental, aprendió a aguantar tanta podredumbre. Una sociedad a la que tener un sistema de justicia poco independiente le robó la fe y la esperanza que denunciar o exigir investigaciones objetivas, sirve de algo.

Mientras los operadores de la corrupción sigan sin tener que rendir cuentas, poco a poco se irán fortaleciendo de nuevo aún y cuando vemos todavía debilitamientos impulsados porque hay elementos que dejaron de controlar como antes y que eran las fuentes de la mayoría de los sobornos, para un ejemplo, el Ministerio de Comunicaciones, MIDES, etc.

El Gobierno necesita tener dos agendas: la de las reformas estructurales que nos permitan aspirar a mejor, las de las acciones anticorrupción y la otra la de las inversiones, la de atracciones de capital y generación de oportunidades que nos marquen un antes y un después.

Para ambas, necesita articular con los sectores (indígena, empresarial, civil religioso, académico) porque solo juntos logramos enderezar un sistema que lleva casi 40 años perfeccionando en los artes de la corrupción y la impunidad. Pasan los días y se pierden enormes oportunidades.

Ojos que no ven, corazón que no siente y mientras la gente con más influencia no entienda lo que hicieron en el cogobierno y los efectos negativos que eso seguirá teniendo en lo que necesitamos para futuro, en especial para la atracción de inversiones y oportunidades, las opciones serán más limitadas.

Bernardo Arévalo dijo en una entrevista a AP que encontró un país semidestruido y es necesario que la gente con más influencia y peso en esta sociedad entienda qué significa eso, cómo se corrige, qué se necesita y cómo, esa destrucción, fue posible en gran medida porque Porras ofreció ser el Consuelo de la corrupción en este país.

Mientras la justicia se siga aplicando solo para enemigos, no será justicia y no podremos aspirar a mejor.

Que los que la hicieron rindas cuentas ante la justicia y que hablemos de lo que necesitamos para fortalecer el Estado de Derecho, son tareas impostergables.

 

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