Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.gt
@ppmp82
El día lunes aquí en La Hora entrevistamos a Phil Gordon, asesor de la vicepresidenta Kamala Harris. Fue muy claro en lo que dijo pero tal y como decía el titular, estaban vigilando desde las altas esferas de la Casa Blanca.
Luego, el jueves, cuando en esta redacción obtuvimos la declaración de un alto oficial del gobierno del presidente Joe Biden en la que expresó que estaban viendo de cerca los votos a los diputados y una sanción a Miguel Martínez; no era un exabrupto de los inquilinos de la Casa Blanca.
Era el segundo mensaje en pocos días y este mucho más claro porque nunca se había hablado así de Miguel Martínez y menos respecto a la sanción que tanto el presidente Alejandro Giammattei, pareja de Martínez, había querido evitar por tantos meses al punto de agarrar un avión a Ucrania, por citar un ejemplo.
Cuando consultamos a la Presidencia al respecto, dijeron que “no emitimos pronunciamientos sobre supuestos anónimos”.
Yo dije el jueves que nos hemos impuesto estándares altos y cuando decidimos publicar la declaración del oficial de Estados Unidos sin mencionar su nombre, porque en ese momento no estaba autorizado a ser citado por nombre, lo hicimos porque sabíamos que tenía el rango para respaldar lo que dijo.
Horas más tarde, quedó demostrado que lo que publicamos no era un chisme ni un anónimo sin capacidad de maniobra. En un viernes pasado en el mediodía llegó el momento que nunca olvidarán Giammattei y Martínez, pero que tampoco será borrado en la memoria colectiva del guatemalteco porque mucha gente sintió que se hizo la justicia que en Guatemala siempre fue negada pues el ex Jefe del Centro de Gobierno ha tenido mucho Consuelo y un Ángel que lo cuida.
Las acciones de Martínez por incidir en el resultado fueron no solo burdas sino persistentes y tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe y eso fue justo lo que hizo.
Sin duda alguna que el mandatario debe haber montado en cólera, echado sapos y culebras y sin duda que le debe haber tomado tiempo procesar tremendo sopapo. Conforme vayan pasando los minutos se irá sulfurando más y Martínez ha demostrado que incide en las reacciones del mandatario.
Esta sanción es un shock de proporciones mundiales para el Gobierno porque Estados Unidos pocas veces va tan directo contra un Presidente en Funciones. Siempre se vieron en el espejo de Juan Orlando Hernández pero nunca pensaron que iba a llegar tremenda sanción antes de dejar el cargo.
Martínez le pedirá consejo a los otros sancionados y tratará de manejar los dineros mal adquiridos pero como sociedad nos toca preguntarnos qué vamos a hacer y qué queremos lograr para que estas sanciones se conviertan en acciones que nos permitan enderezar los golpes que le han dado a la democracia.
Es el momento de ser articulados pero estratégicos. Necesitamos acciones que ratifiquen los mensajes claros a todos los actores, en especial a la Corte de Constitucionalidad (CC) a la que le caerán todas las brasas.
Contratos como el del TREP se tienen que investigar, pero no en el marco de lo que dijo Karen Fischer: hay que apurarse porque viene el 14 de enero. Ellos no van tras el contrato, van tras la elección.
Los diputados que dicen que votaron porque hay “indicios” de corrupción, como que no oyeron a Fischer y ¿por qué no han dicho nada de la corrupción del ahora sancionado al que le recibieron órdenes, gritos y muchos hasta dinero?
Fácil era presentar una nueva denuncia en el tema del TREP, que se lleve como debe ser y no importa si pasa el 14 de enero porque el TREP no tiene nada que ver con la elección, pero prefirieron subirse al carro de Martínez.
Las sanciones, además de los efectos que sirven para el país que las imponen, deben provocar reacciones de la ciudadanía que nos permita componer el rumbo.