En el editorial de La Hora de hoy abordamos esa manera en la que operan aquellos que están viviendo horas de desesperación porque todo lo que han construido a base de impunidad y corrupción está en riesgo.
Y es que un abogado que nunca pasó de zope a gavilán y un señor al que sus rencores del pasado fueron su mejor manera de recaudar más dinero de lo que logró en sus actividades “empresariales”, llegaron a ser amos y señores en el Ministerio Público (MP) porque tuvieron un Ángel y mucho Consuelo en sus deseos por cobrar algunas venganzas.
Pero con el giro que tuvieron las cosas en las urnas, ese modelo se ve comprometido porque la gente quiere que la institucionalidad del Estado opere mejor, no en péndulos ni en radicalismo, menos empujada por posiciones “ideológicas” que termina siendo más la excusa con la que quieren vestir la podredumbre con la que operan algunos.
Y en esa situación, así como está el Ministerio Público (MP), encontramos el Ejecutivo de Alejandro Giammattei y Miguel Martínez, la Corte Suprema de Justicia (CSJ) de Silvia Valdés y ahora de Oscar Cruz y no digamos el Congreso que preside Shirley Rivera.
Saben que no cuentan con el apoyo de las personas y grupos más influyentes de la sociedad y que tanto grupos indígenas como empresariales han cerrado filas en favor de la democracia y eso no les ayuda en absoluto para sus planes por desconocer lo que la gente expresó en las urnas.
Son un puñado de personas que actúan desde el radicalismo porque es lo único que tienen para defender un modelo que opera en contra de los guatemaltecos honrados, pero que para ellos es sumamente rentable.
Y todo aquel que no se suba en su barco, es atacado por distintos frentes y por eso es que a nadie debe sorprender que los Netcenters sean los voceros no oficiales del MP y de las facciones de la mafia.
Derechos como la libertad de expresión y el sagrado derecho al voto están siendo atacados en esta fase final de muchos de los vicios que han podrido nuestro sistema y es natural que sus operadores peleen con uñas y dientes para defender lo indefendible.
Pero siempre dije, más que el “éxito” de las mafias, debe prevalecer el deseo de la gente que hace bien las cosas y que no claudica en su deseo de vivir en una Guatemala mejor, que genere más oportunidades y que nos permita cerrar brechas en el mejor interés de todos.
Quedan muchas horas como aquellas en vuelo cuando nos avisan que toda la ruta tendrá turbulencia, pero el capitán da la certeza a los pasajeros que salvo esa molestia, se llegará al destino.
Llegaremos a consolidar la democracia y de nosotros depende que una vez eso suceda, alcancemos los acuerdos que nos permitan trabajar de la mano, hombro a hombro, en la perfección de nuestro país y en el mejoramiento de nuestras instituciones.
La gente que no se rinde y los que piden a gritos una oportunidad lo merecen y habremos de responderles.