Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.gt
@ppmp82
El día sábado revelamos la estrategia del partido oficial, VAMOS, y el fin de semana llevaron a cabo la actividad final de esta etapa de “afiliación” como le llaman.
Tal y como se expresó, “el plato fuerte” de la jornada fue el discurso de Miguel Martínez al que le rinden pleitesía alcaldes y diputados, algunos de ellos nominados por corrupción en Estados Unidos.
Dice el “Jefe de Jefes” que no le gustaba la política porque los políticos solo veían su interés personal y vaya que él es un buen representante de esa corriente que antes solía despreciar.
El cambio de vida del joven es evidente y ya habrá tiempo para seguir abordando el tema, pero la gran pregunta es ¿qué harán los políticos de este país, en especial aquellos que se han pasado años queriendo llegar al poder para ser ellos el Jefe de Jefes y los amos de los negocios?
¿Qué hará una sociedad que se dice harta al respecto, pero que ya aprendió a ver con demasiada indiferencia/indolencia que le roben en la cara?
Mientras los ciudadanos no ejerzan su papel, mientras no estén dispuestos a ejercer una ciudadanía más comprometida, cualquier plan de aquellos que desean acceder al poder para hacer su agosto será materializado en paz.
Si el ciudadano sigue sin entender el efecto que tiene el control de las instituciones en su día a día, estamos condenados al fracaso. Una vez se instrumentalizan las instituciones se genera una cultura de irrespeto a la ley que se propaga peor que una pandemia.
Pero ¿qué se puede esperar de una sociedad en la que sus políticos permanecen ciegos, sordos y mudos como la canción de Shakira y ni siquiera tienen la capacidad de estructurar una respuesta cohesionada para medio defender la poca democracia que nos queda?
La ruta de Nicaragua la estamos transitando. Martínez se siente en plena tranquilidad para sentar a la gente más acaudalada del país a cuestionarles qué habrá para él en X o Y situación y si no son capaces de abrir los ojos ante eso, pocas cosas los harán reaccionar.
He insistido en torno a la necesidad de alcanzar acuerdos como sociedad, con los diferentes sectores para poder reencauzar Guatemala de una vez por todas, pero mientras no seamos capaces de escuchar, de articular y de construir sobre lo que nos une más que lo que nos divide, la ruta es como una montaña.
Claro está que han hecho lo necesario para callar a la sociedad, pero si de verdad queremos algo distinto debemos ejercer nuestro papel ciudadano cueste lo que cueste.