Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.gt
@ppmp82
Es un secreto a voces que el plan para las próximas elecciones es que sean las más manoseadas de la historia. Saben que deben presionar al Tribunal Supremo Electoral (TSE) para lograr el objetivo porque ya controlan el Ministerio Público (MP) que nunca moverá un dedo y puede denunciar a opositores, la Corte de Constitucionalidad (CC) que validará cualquier ilegalidad y la Contraloría General de Cuentas (CGC) que meterá zancadillas.
Hay quienes resisten las presiones porque saben que se juegan su futuro, pero conforme vayan pasando los meses las cosas se pondrán más complicadas porque el oficialismo querrá ir cerrando los chorros de quienes puedan desde antes de la convocatoria.
Los partidos y sus representantes están en el proceso de inscribir asambleas y no desean “generar muchas olas” para evitar problemas en esta fase; luego viene el tema de nominación e inscripción de candidaturas y ahí es donde muchos creen que deberán pegar el grito al cielo, pero será demasiado tarde.
Es obvio ver que llevan ventaja. Al Jefe de Jefes no le dijeron ni pío por aquella famosa actividad en la que hasta entonaron una canción como si estuvieran en una alegre noche de tragos y a otros les han “caído” por sus apariciones en redes.
Si los políticos, de todos los sabores y pensamientos, no son capaces de salir a demandar que se detenga el manoseo, aquí no pasará nada porque el plan y las intenciones están trazados: VAMOS quiere 200 alcaldes y que cada uno de ellos le dé 5 mil votos.
Así esperan inclinar la balanza de una papeleta que será como la de Nicaragua porque planean no dejar participar a varios y solo llegarán a la misma, si logran su plan, los que les juren lealtad eterna para que el Jefe de Jefes lo sea 4 años más.
Siempre tienen el plan B y pasa por el día del evento electoral. Recuerdan con emoción la forma en la que Juan Orlando Hernández iba perdiendo antes del apagón y la manera en la que luego se puso a ganar para asegurar otros 4 años en el poder.
Les preocupa verlo ahora, pero prefieren quedarse con ese “grato recuerdo”, el que aspiran usar como ejemplo para lo que esperan sea la continuidad de VAMOS y los partidos con los que van a formar la alianza.
Gente como VALOR, que ahora se une a los Unionistas sabe que El Jefe de Jefes y Giammattei no los quiere en la boleta y que Leyla Lemus le ganará la partida a Roberto Molina Barreto y por tanto deben denunciar que su tema no será una discusión de derecho de si le afecta o no lo que dice la Constitución, sino que será un tema político porque luego de ser amigos de Giammattei y Martínez, cada quien agarró su rumbo pues ambos quieren el “guacamolón”.
Si los políticos no tienen el valor de salir, no tendrán más que acomodarse en un país en el que las mafias son la ley, en el que los inescrupulosos son el poder, en el que la justicia está tomada y en el que muchas personas reman en la misma dirección para que la corrupción y la impunidad sean la norma y la no excepción. Seguirán siendo operadores de un sistema que no quieren cambiar, sino solo usar en su beneficio.
Pasarse años, décadas añorando llegar al poder para quedarse en la orilla porque el Jefe de Jefes no quiere, debe ser duro.