Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
Siempre se dijo que la fiscal general, Consuelo Porras, era una mujer alejada de la tecnología y que su contacto con la realidad política del mundo es a través de su círculo cercano, pero bien hiciera en repensar esa estrategia.
Estar más al pendiente del mundo, más empapada de la realidad, no solo le permitiría salir de su burbuja para saber cómo percibe la gente su trabajo al frente del Ministerio Público (MP) si no que, además, le ayudaría a no quedar en ridículo.
Decir que las sanciones que le ha impuesto Estados Unidos no son acciones del Gobierno sino del Departamento de Estado es algo que la retrata de cuerpo entero porque la señora no tiene ni idea de cómo funcionan las instituciones.
De plano que entonces ella cree que un ministerio en Guatemala no es parte del Gobierno. Quizá como pasó con sus tesis, las clases de derecho administrativo las pasó de noche o quizá, desde entonces viene esa práctica de no esforzarse mucho, y también con la del doctorado express.
Qué pena con los alumnos de Porras, pues deben sentir un Desconsuelo enorme al saber que su maestra cree que el Departamento de Estado de los Estados Unidos no es parte del Gobierno de aquel país. Menos mal no dijo que era una ONG, aunque a estas alturas del partido quizá sí cree que la Casa Blanca es todo el aparato gubernamental en los Estados Unidos.
En lo que sí es experta la Fiscal es en las clases de generación de impunidad, en la del desbaratamiento de la institución y en el curso de verano de exterminación de la carrera fiscal. Tiene un doctorado en acciones perversas y avanzadas y debería incluir esas destrezas en la papelería que presentará en el proceso para elegir al nuevo fiscal.
Más allá de la “brillantez” de doña Consuelo, ese error deja leer un par de cosas muy claras: haberse quedado sin visa y ser designada como corrupta le dolió porque sentirá que la acción “no es de Dios”. Claro está que nadie quiere ser señalado como corrupto y menos públicamente para que se entere el mundo, pero la respuesta de la jefa del MP deja entrever que la decisión del Gobierno de los Estados Unidos le molestó y mucho.
Y el otro tema que se hizo evidente, es que tanto ella como su amigo y protegido, el presidente de la República, Alejandro Giammattei están hablando babosadas cuando dicen (por puro rencor) que la cooperación que dejó de dar Estados Unidos no era tan significativa o que no afectaba tanto.
Reconoce la señora Porras que gracias a sus desmedidas y descaradas acciones de impunidad, el MP está afectado porque no tiene un recurso que ayudaba en la consecución de los objetivos legítimos y legales de la institución investigativa.
Todo este bochorno, todo este daño que se le está haciendo al país, al ciudadano, al ejercicio empresarial honrado, se pudo haber evitado si tan solo Porras no hubiera optado por dar Consuelo a los que creen e invierten en procurar impunidad, en cobijar a los que nos quieren convertirnos en Nicaragua.
Tras ver el bochorno, nos debe quedar en claro que la próxima elección de Fiscal General es el todo por el todo, un momento de cara o cruz para el país y no podemos tomarlo a la ligera ni dejarlo solo en manos de los postuladores, muchos de ellos aliados y/o presionados por el sistema para asegurar que Giammattei reciba 6 nombres que garanticen impunidad y venganza.
Si no quiere más “comosiama” y desde luego gente oscura, entonces debe hacer suyo el próximo proceso de elección de Fiscal General.