Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
Siempre he dicho que, más temprano que tarde, a todos nos termina pasando factura la impunidad.
La lamentable situación que está viviendo Verónica Molina Lee nos muestra que el sistema que facilita la impunidad no discrimina y situaciones tan lamentables como esta, deberían abrirnos los ojos. Hoy veo a algunas personas alzando la voz (lo cual es necesario), cuando hace tan solo unos meses se congratulaban de la manera en la que se conformó la Corte de Constitucionalidad (CC).
Resulta que una de las magistradas que se sentó en la máxima corte gracias al amaño pactado para lograr la elección de quienes el régimen de impunidad abanderó como los “ungidos”, es nada más y nada menos que una de las personas que opera para que el sistema no permita llegar al fondo de las acusaciones y aspirar a la justicia.
Verónica ha usado su voz para luchar contra la corriente y ha tenido eco. Las voces de muchas otras mujeres aún no las hemos escuchado, pero por ella y las miles que se han quedado a la orilla de las puertas de la justicia, es que debemos trabajar para que en Guatemala exista un Estado de Derecho sólido que no haga algo tan importante como la justicia, “un tema aspiracional” o “una lucha de vida”.
Esta terrible situación que denuncia Verónica, ocurre a lo largo y ancho del país y hay mujeres que aprenden a vivir resignadas porque sienten que buscar justicia solo es revivir un dolor que nunca se atenuará, gracias a la insoportable impunidad.
Los que hemos venido advirtiendo, hace años, que este sistema no da para más hoy debemos redoblar esfuerzos para que la dramática situación que vive Verónica deje de ser la regla en el paraíso de la impunidad. Ella y las miles de mujeres de todos los estratos merecen más de nosotros como sociedad.
Y hablando de dar la milla extra, ahora la pandemia nos demanda y mucho. Debemos ejercer con mayor responsabilidad nuestro rol ciudadanos para demandar del Presidente y los diputados, que se han convertido en el principal problema, que hagan lo que corresponde. Por andar pensando en alfombras y negocios han abandonado al personal en primera línea que ya no aguanta pero que resisten como los grandes.
Y así como hay que demandar, también debemos exigirnos porque debemos hacer nuestra parte para detener el espiral de casos. Es fundamental que podamos cumplir con las medidas básicas del uso de la mascarilla, del distanciamiento físico y el lavado de manos.
Debemos demandar más vacunas y además, hacer lo necesario para que la gente se vacune. Hoy estamos viendo un colapso en el sistema hospitalario porque tenemos muy poca gente vacunada (Giammattei relegó el decreto de responsabilidad desde enero) y esas personas son las que están terminando, en su mayoría, en los nosocomios.
El Gobierno debe asumir con fuerza campañas de información para atacar los miedos de la gente puesto que si sigue ganando en algunos la insensatez de otros, el panorama será muy duro para el país, para el personal de la primera línea y para las familias de los deudos que, sin contar el subregistro, ya van por 12 mil.
Necesitamos a la gente trabajando de manera sana y segura, a los niños y jóvenes en las aulas y para eso, debemos hacer lo propio porque las acciones de unos hacen que justos paguen por pecadores. Claro está, son 18 meses de tener una mascarilla en la cara, pero es lo que hay y debemos usarla para protegernos, para cuidar a los demás, para que los médicos respiren, el trabajador pueda seguir y para que los niños no se estanquen.
No hemos visto el fin de la crisis y la pandemia, como la impunidad, nos demandan lo mejor si queremos darle vuelta a esta lamentable realidad.