Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
Eran aquellos intensos días de campaña, cuando el entonces candidato Alejandro Giammattei gritaba encendido: “Yo no quiero ser recordado como un hijo de puta más en la historia de este país”.
Palabras que sonaban comprometedoras para alguien que buscaba acceder a la presidencia sin los mismos vicios que todos sus antecesores, pero la realidad fue, es y será otra.
EL ETERNO FINANCIAMIENTO DE CAMPAÑA le pasó factura al ahora Presidente. No importan las fuentes, si es del capital tradicional, emergente, crimen organizado o narcotráfico, el dinero de campaña que se da en escondidas termina arrodillando a los presidentes del país y los convierte en marionetas inútiles para las necesidades de la gente pero en gacelas para los deseos de quienes pusieron el pisto.
Giammattei estuvo sopesando, en serio, la permanencia de José Luis Benito al frente del Ministerio de Comunicaciones. Personas de su círculo comentaron que hasta le consultaron a la Embajada de los Estados Unidos qué pensaban de su permanencia en la cartera y entiendo que la respuesta fue clara en torno a cuál sería el efecto si lo nombraban.
Si uno de los Ministerios en los que más dinero se puede hacer es el de Comunicaciones, pues el sistema sigue operando a sus anchas porque solo sacó a los constructores tradicionales que aceptaron su culpa pero los diputados constructores siguen actuando con los mismos vicios, es obvio que Benito no fue considerado por su “linda cara” o su “enorme capacidad de gestión de la cosa pública”.
Benito estuvo buscando acercamientos con periodistas (en La Hora no lo recibimos) y pregonaba que estaba cerca de ser confirmado y en más de alguna ocasión, en confianza con algunos, expresó que había “apoyado” al Presidente actual. Luego se descubrieron las maletas del ex Ministro y el resto es una historia que quizá algún día sabremos.
Pero son relaciones como la mencionada, financiamientos chuecos como el que proviene de la corrupción, que no solo desenfocaron al Presidente del manejo de la pandemia, sino que lo ocuparon para terminar de operar la cooptación de la Corte de Constitucionalidad (CC) y su relacionamiento con las fuerzas del mal en el Congreso. En ese contexto se debe entender su “amistad” con Consuelo Porras.
Y si con esa mentalidad encaró las cosas desde la campaña y/o cuando fue electo, cabe la enorme posibilidad que ante un escenario similar estemos en lo de las vacunas rusas y eso explique por qué no quiso presentar antes el decreto de responsabilidad, por qué tiró por la borda los avances con Johnson &Johnson, Pfizer y Moderna y por qué sugirió a los rusos como la opción.
Si uno accede al poder con financiamientos oscuros, abre la puerta a malas prácticas y ojalá en este caso la “elección de los rusos” no se haya encaminado porque algún aventajado haya ofrecido “mucha sobra (mordida) y poca obra (las vacunas)”, como bien dijo aquel de la OIM.
No me cabe en la cabeza cómo ese Presidente bravucón, que madrea a Raymundo y medio mundo, con este tema de los rusos pasó de ser un León a un Gatito Silvestre que no dice ni pío, que no lidera, que no gestiona como que fuera el Presidente del país y en cambio, vende a su Ministra de Salud y dejó en un enorme problema a su, según yo amigo, el Canciller Pedro Brolo.
No invirtió tiempo en liderar el país pero sí en estrechar relaciones que ayudan a la impunidad cuando se busca como un recurso y por eso es que el Contralor de Cuentas se va solo contra la Ministra de Salud por lo de las vacunas y por eso es que Porras, del Ministerio Público (MP) está en la misión de darle Consuelo a Giammattei y comprometida en que cualquier acción que busque la verdad, nunca salga a la luz pública.