Ayer la Corte de Constitucionalidad (CC) se desvió del camino propuesto y no cumplió con una parte clave del plan soñado por muchos de acabar con la Fiscalía Especial Contra la Impunidad en Guatemala (FECI).
Una de las opciones que le planteaban a la CC algunos era que, le bastaba con decretar la suspensión provisional del acuerdo de creación de la FECI y que saliera Consuelo Porras diciendo que iba hacer otro para subsanar, pero en ese nuevo acuerdo le pedían que dejara sin dientes a la fiscalía especial y por supuesto, sin Juan Francisco Sandoval que al final de cuentas, es el objetivo.
Como ahora son los viernes de la CC, en la mañana aparecieron mantas en contra de Sandoval para elevar la presión a los magistrados de la máxima corte, pero sin duda que el apoyo que recibió la FECI fue tal que arrinconó a los magistrados, aunque no se les quitan las ganas y buscarán el momento para cesar la fiscalía especial.
Han sido muchos los que se esfuerzan por lograr el objetivo y lo de ayer es un desaire pero no es ni por asomo el fin de la guerra. Insisto, buscarán la oscuridad del momento para asestar el golpe y mientras han planteado que quizá es mejor ir tras Erika Aifán vía el antejuicio y regresar a las presiones que Consuelo Porras le hace a la FECI y quizá así, “desesperamos a Sandoval”, expresan.
Pero ahora que se desarrolló un impulso para proteger una Fiscalía que ha sido importante dentro del esquema del Ministerio Público (MP), debemos atinar para usar esa misma infraestructura para hablar de las inevitables reformas al sector justicia y así evitar los constantes manoseos a las instituciones que conforman el aparato de justicia.
Es una cuestión de derecho, de transparencia, de sostenibilidad y de economía, porque si de verdad deseamos ser (no somos aún aunque Alejandro Giammattei así lo exprese) un puerto de atracción de inversiones y capital, necesitamos tener gente en el MP, la Corte Suprema de Justicia (CSJ), Salas de Apelaciones, juzgados y Corte de Constitucionalidad (CC) que no le opere a las mafias cuyo principal anhelo es volver al pasado.
Ganar batallas como esta de la FECI, que por ahora sigue funcionando, es vital pero es aún más importante el que logremos quitar de las manos de las mafias algunas herramientas con las que manipulan cosas, como en este caso, la justicia.
Hace meses el Gobierno presentó el Plan McKinsey con el afán de sentar las bases para atraer capitales y motivar algunas inversiones locales, pero resulta que si el inversionista aquí debe ir en romería con los operadores de justicia (no digamos a sobornar para que le den una licencia del Estado), no hay futuro posible en el campo de las millonarias inversiones que son tan necesarias para el país.
Leyla Lemus, Roberto Molina Barreto y Dina Ochoa tenían un plan bien estructurado para acabar con la FECI pero no contaban con la retopada de la comunidad internacional y ninguno querrá salir en listados o terminar nominado por andar en transes con quien no deben.
Siempre he dicho que el cambio de Guatemala es una maratón, con muchos momentos, a veces buenos y a veces malos, pero carrera de larga duración al fin y por eso debemos atinar a siquiera, empezar a hablar de los vicios sobre los que se valen las mafias, para tener un mejor chance de acelerar el paso de la transformación del país.