Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Es un hecho irrefutable que el mundo tuvo que pagar un alto costo en su economía como efecto de la pandemia que generó dificultades en todos lados a partir del 2020 y que muchos Estados han sufrido altos niveles de inflación debido a los costos que debieron afrontar por la ausencia de producción y el costo del tratamiento a los enfermos, para decirlo en forma sencilla. La semana pasada, sin embargo, la calificadora de riesgo Fitch Ratings mejoró la calificación a Guatemala por un “buen desempeño macroeconómico a pesar de la pandemia y la crisis internacional”, lo cual hizo que se hiciera una gran celebración entre la gente de gobierno por ese enorme logro.

Y es que el producto Interno bruto creció 4% en el 2022, luego de una recuperación de 8% en el 2021 y una contracción de -1.8% en 2020, lo cual, dice Fitch, “representa una de las recuperaciones más sólidas entre calificadores y pares regionales y se ha logrado sin apoyo a políticas a gran escala, a pesar de un shock adverso de los términos de intercambio en el último año. El sólido desempeño fue impulsado por el aumento de las entradas de remesas, el crédito y las exportaciones”.

Cito textualmente lo dicho por la calificadora porque leyendo bien se pone en contexto lo ocurrido. El crecimiento de la economía descansa en el aumento del crédito y de las exportaciones, pero empezando por la entrada de remesas. Y es que el aumento de las exportaciones existió a pesar de una menor producción, pero fue por el incremento de los precios. El otro gran factor, el de las remesas, no tiene nada que ver con políticas públicas, como no sea destacar que es la ausencia de políticas para promover el desarrollo humano lo que expulsa a los guatemaltecos que emigran y envían las remesas familiares.

El pilar más sólido de nuestra economía son las remesas familiares y ello permitió mejorar nuestra calificación de riesgo a pesar de que la ausencia de un sólido estado de derecho pueda afectarnos desde el punto de vista de lo que interesa a los inversionistas que estudian esos análisis de riesgo. La forma en que autoridades del Banco de Guatemala y del Ministerio de Finanzas celebraron este “logro”, lo pintó como si fuera producto de acertadas decisiones que ellos fueron tomando para enfrentar la crisis, cuando en realidad todo se reduce a seguir exportando el producto más valioso y productivo que tenemos: nuestra gente. Ese festejo fue como el del vocero de la presidencia blasonando de la inversión de Yazaki, como si fuera logro del gobierno y sin mencionar a Kamala Harris, a cuyo esfuerzo realmente se debe esa apuesta.

Fitch destaca, sin pelos en la lengua, el factor de las remesas y la ausencia de políticas a gran escala y eso deja bastante claro el panorama, eliminando el motivo de festejo de quienes son responsables no solo de esa ausencia de políticas a gran escala, sino también de la migración que obliga a la gente a irse por razones económicas, puesto que a pesar de su capacidad de trabajo, que demuestran en Estados Unidos y comprueban con las remesas, aquí no pueden producir ni para el sustento de sus familias.

Y el tema del migrante apenas lo mencionaron los funcionarios chapines como un insignificante detallito.

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