Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

post author

 

Entre los problemas cotidianos que agobian a los guatemaltecos se tiene que mencionar el tema del tráfico y el efecto que los embotellamientos tienen en la vida de prácticamente toda la población  pero, especialmente, en el área metropolitana donde se concentra la mayor cantidad de personas y de vehículos automotores. Si algo han aprendido los políticos es detectar aquellos puntos que son preocupantes para los electores a fin de usarlos en su discurso para captar votos, aunque sus propuestas no tengan ningún respaldo técnico y ellos no entiendan la dimensión del asunto.

Pero así como algunos ofrecen resolver el problema de la violencia en los primeros 180 días de su gestión, otros empiezan a hablar del tema del tráfico con parecidos plazos para la solución. Al fin de cuentas saben que se trata de que la ciudadanía los asocie con el problema que más le afecta, sintiendo que el candidato está preocupado por el tema.  Entendiendo la dimensión del problema debemos saber que no será objeto únicamente de las campañas de aspirantes a Alcalde de los Municipios del área metropolitana, sino hasta de candidatos presidenciales que ofrecerán aliviar el calvario diario del chapín.

El problema de transporte tiene que ver con planificación vial y eso es algo que no se ha realizado en Guatemala desde hace muchos años. Las generaciones actuales transitan por la Calzada Aguilar Batres, pero ignoran quién fue ese urbanista y cuáles fueron sus aportes. El ingeniero Raúl Aguilar Batres, nacido en 1910, fue no solo el creador de todo el sistema de numeración y nomenclatura de la ciudad de Guatemala, sino además un verdadero genio que se pasó la vida, como técnico en la Municipalidad, pensando y diseñando obras que ayudaran a una más ágil movilización.

Pocos años después de su muerte fue que la Municipalidad creó una Dirección de Planificación, en tiempos de Manuel Colom Argueta, que se inspiraba mucho en aquellas ideas geniales de Aguilar Batres, nutridas por especialistas que se habían formado en Europa durante muchos años sin que aquí se les tomara en cuenta. Proyectos como el anillo periférico fueron resultado de la mezcla de las ideas del ya fallecido ingeniero con la visión de los nuevos técnicos que hicieron el Esquema Director de Ordenamiento Metropolitano con la vista en el 2000.

Tras dos administraciones enmarcadas en esa visión vino Abundio Maldonado, quien enterró todo bajo la tesis de que la planificación la habían hecho “comunistas”, refiriéndose a la gente de Colom. Un breve repunte se dio con José Ángel Lee como alcalde de facto y desde 1986 hasta nuestros días se ha vivido sin darle a la planificación urbana la importancia que merece y el resultado lo tenemos no solo en el tráfico sino en problemas como el abastecimiento de agua, drenajes y tratamiento de los desechos, además del desorden territorial.

En esta materia, desgraciadamente, el tiempo perdido y desperdiciado no se repone fácilmente y hará falta mucho, muchas décadas, para establecer un orden urbanístico orientado a facilitar la vida a los habitantes del área metropolitana. Falta ver si, lejos del populismo, alguien se presenta con ideas claras de lo que se requiere para desarmar el entuerto de una ciudad que gira alrededor del ornato de las áreas privilegiadas como instrumento generador de voto.

Artículo anteriorEl CELAC y la integración latinoamericana
Artículo siguienteSi así es entre ellos…