Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Esta mañana, en su columna semanal de Prensa Libre, la doctora Karen Slowing cuenta que escuchó el lunes en un programa de radio al Ministro de Salud, Francisco Coma, expresar su preocupación por el contrato con Sputnik, pues están en un proceso de “prearbitraje”, dice, “evaluando cómo no tener que pagar otros US$80 millones, que corresponderían a los otros 8 millones de dosis de vacunas contempladas en el contrato original”.

La doctora hace referencia a las declaraciones que en su momento ofrecieron tanto Giammattei como la exministra Amelia Flores, en el sentido de que se había renegociado con los rusos para dejar la compra en la mitad de lo originalmente pactado, tomando en cuenta las dificultades que tuvieron los proveedores para entregar las vacunas. Y es que si por algo va a quedar siempre en la memoria de los guatemaltecos la Sputnik V es porque, sin duda, fue uno de los hueveos más descarados que se han hecho en la historia del país y que se agrava porque fue perpetrado en plena pandemia en un país que fue incapaz de adquirir suficientes dosis para su población.

Hoy en día ya poca gente se acuerda de lo que significó para la pérdida de miles de vidas esa desidia que tuvo el gobierno para realizar eficientes campañas para llevar la vacuna a todos los rincones del país y cómo se dejó abandonada a la población rural. Tampoco se recordará que el nuestro posiblemente haya sido el gobierno más incapaz del mundo para comprar las dosis y que tuvimos que depender de las donaciones que hicieron muchos países, destacando Estados Unidos, al que Giammattei acusa de haberlo querido derrocar.

El caso es que Coma expresó, según lo relata Slowing, que estamos en etapa de “prearbitraje” lo que hace suponer que ya los rusos están reclamando el pago completo del contrato, aunque ellos no hayan sido capaces de cumplir con las entregas programadas y la parte final de la mitad que supuestamente se había entregado y pactado como definitiva, llegó poco antes de que se venciera ese mecanismo de inmunización.

Alrededor de 5 millones de dosis de las que se adquirieron y pagaron tuvieron que ser desechadas porque antes llegó la fecha de su vencimiento que las autoridades atinaran a cómo inyectarlas a la población. Es obvio que se trata de una sonora estafa, pero que no pueden alegar mucho nuestras autoridades porque, así como los otros rusos de la minera les mandaron una alfombra, en el caso de la Sputnik falta por determinar cómo les hicieron llegar la respectiva coima.

Y, por supuesto, nadie puede esperar que del Ministerio Público salga alguna investigación para determinar qué pasó con ese negocio y quiénes se embolsaron el soborno, no solo porque están demasiado ocupados montando casos sino porque, fundamentalmente, hay un sagrado acuerdo que dio origen al nombramiento y renombramiento de Consuelo Porras, que implica hacerse de la vista gorda de todo lo que pueda implicar a los poderosos del país, tanto política como económicamente.

Ojalá el Ministro explique con detalle qué es ese “prearbitraje” y cuál es la postura de su despacho frente al reclamo ruso.

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