Las evaluaciones periódicas que se hacen a cada uno de los estudiantes son cruciales para determinar sus niveles de conocimiento y aprovechamiento de las enseñanzas que se les imparten. Sin embargo, las evaluaciones globales que se hacen para determinar el nivel de aprendizaje del conjunto de estudiantes son importantísimas para que las autoridades puedan medir el nivel de éxito o de fracaso en el esfuerzo por hacer efectiva la enseñanza, de la cual se habla mucho pero que tiene tantos matices y que depende, en mucho, de las políticas generales y globales que tomen las autoridades.
En el caso de Guatemala es un hecho penoso que las decisiones sobre la política educativa no las toman ni siquiera los políticos, no digamos los expertos en educación, sino que dependen de la voluntad de un sindicato que forma parte de la cooptación que sufren las instituciones en el país. Hace muchos años que venimos dando tumbos porque no se pueden implementar reales políticas que tengan como centro al estudiante y que demuestren su eficiencia en las mediciones que se hacen sobre el aprendizaje específicamente en áreas fundamentales como serían la matemática y la comprensión de la lectura. Estamos a la zaga y condenamos con ello a nuestra población a una desventaja muy grande porque en el mundo competitivo actual no vendrán verdaderas inversiones que generen empleo porque el único atractivo del país es, lamentablemente, que mediante una mordida todo se puede conseguir, pero jamás podremos competir en calidad de mano de obra con otros países de la región y eso frena cualquier posibilidad de desarrollo.
Lamentablemente el desarrollo y bienestar del futuro dependen de la educación de nuestra gente que, junto a la salud y nutrición, son tareas en las que perdemos cada uno de los exámenes que se puedan hacer. Y por ello es que se produce tanta migración, puesto que el guatemalteco carece de las oportunidades para resolver sus problemas de vida y de subsistencia y no tienen otro remedio que ir en busca de ingresos luego de una peligrosa travesía.
Y para los sectores más poderosos, los que están nutriendo el vicio de la corrupción, es un negocio redondo porque no tienen que pagar salarios y, en cambio, pueden hacer muchos negocios con el producto de las remesas que envían los compatriotas que se fueron del país.
Hemos publicado la actitud del Ministerio de Educación de esconder los resultados de las pruebas hechas para medir el rendimiento escolar y eso tiene una explicación. Vamos como el cangrejo y eso no le conviene a un gobierno como el de Giammattei que maquilla todos los problemas del país, contando con la complicidad de funcionarios que igual hacen milagros manejando cifras y realidades para convertirlas en positivas para quedar bien con el jefe. En términos generales no disponemos de la data real que nos permita tomar decisiones y diseñar políticas efectivas porque todo se acomoda para que el gobernante pueda lucirse con las falsedades pintando un paisaje paradisíaco de una realidad verdaderamente deplorable.