Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Zury Ríos emitió un pronunciamiento luego que el Estado de Guatemala, representado por el Procurador General de la Nación, reconoció que se le habían limitado sus derechos políticos en el curso de un Acuerdo de Solución Amistosa que fue alcanzado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH. Y en el mismo dice que Guatemala reconoció que se le impidió participar por su condición de mujer, cuando en realidad la negativa se dio en cumplimiento de lo que establece categóricamente la Constitución Política de la República de Guatemala respecto a las limitaciones para optar al cargo de Presidente de la República.

Personalmente he dicho que me parece exagerado el artículo de la Constitución que impide a los parientes de los golpistas optar a la Presidencia porque al fin y al cabo las responsabilidades no son hereditarias y allá el pueblo si quiere escoger a alguien que pueda haber heredado posturas autoritarias, las cuales sí se pueden ir forjando desde la misma cuna. Pero afirmar que fue por su condición de mujer es una farsa inaceptable y no puede ser que algunas mujeres que se involucran en el campo político estén todo el tiempo recurriendo a ese falaz argumento.

Las resoluciones de la CC que impidieron a Ríos Sosa participar fueron categóricas al sostener que de acuerdo a la norma constitucional no pueden aspirar al cargo de Presidente de la República los parientes dentro de los grados de ley de los jefes o caudillos de un golpe de Estado que rompan el orden constitucional.

Nunca dijeron que Zury Ríos no podía ser inscrita por ser mujer pues el mismo argumento hubiera aplicado si en vez de ella hubiera sido cualquier hijo o hermano de Ríos Montt, el general que se convirtió en caudillo del golpe de Estado de 1982 cuando los oficiales jóvenes de la revuelta lo fueron a buscar para que asumiera el mando junto a otros dos militares a quienes él rápidamente se escabechó.

Creo en la más absoluta igualdad de derechos y obligaciones de hombres y mujeres y que el sexo de cada quien no tiene que ser condicionante en absoluto. Es más, es ese uno de mis mayores puntos de desencuentro con mi religión por la forma en que se impide a las mujeres el sacerdocio debido a la existencia de ancestrales criterios que la vida misma nos ha evidenciado como erróneos.

Pero la cantaleta de la condición de mujer como escudo para la arbitrariedad y hasta para la corrupción es totalmente inaceptable porque quien se mete a política debe entender que estará siempre sujeto o sujeta al escrutinio público. Si alguien no quiere someterse a ese principio absoluto lo mejor es que se dedique a otra cosa porque no se vale venir con lloriqueos a hacer reclamos y hasta llegar a apelar a las normas contra el femicidio para obtener impunidad o un trato preferencial.

Hombres y mujeres somos iguales en dignidad, derechos y obligaciones y eso es irrefutable pero el abuso de ese argumento de que cuando a alguien se le critica o sanciona es por su condición de mujer es una bajeza del todo inadmisible.

Y no olvidemos que el Acuerdo de Solución Amistosa se produjo como parte del pago de favores cuando el partido de Zury Ríos se sumó gustoso a la alianza oficialista de Giammattei, jefe del Procurador.

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