Ayer Prensa Libre publicó una entrevista con el presidente del Banco de Guatemala, Sergio Recinos, que trata de dar calma a la población agobiada por el costo de vida bajo el argumento de que “se cuenta con los instrumentos monetarios para controlar una posible escalada inflacionaria”, tesis que me sorprendió porque está demostrado que el principal elemento para adoptar medidas de control es el real conocimiento de la realidad y con los patrones de medición que fueron impuestos al Instituto Nacional de Estadística para medir el nivel de inflación debemos entender que lo que se busca es taparle el ojo al macho, como corrientemente decimos.
Siempre consideré a Recinos como un técnico serio, pero en los últimos tiempos lo he visto más como uno de los que soban la leva al gobernante diciendo lo que el tipo quiere oír. Salvo que se esté refiriendo al instrumento de manipular la cifra de inflación, no creo que ante una situación como la que está viviendo el mundo luego de la invasión rusa a Ucrania, pueda ser controlada por nuestras autoridades porque, como bien lo dijo él mismo, es una inflación “importada” en la que ha tenido gran impacto el aumento de precio de los combustibles que afecta a todos los bienes y servicios y el de los granos básicos que ya no producimos.
Por supuesto que si las cosas se hacen bien y tomando en cuenta situaciones como la reciente baja del precio del petróleo, la situación puede no llegar a ser tan grave, pero lo fundamental es disponer de la información veraz para adoptar las medidas necesarias y convenientes. El Banco de Guatemala debiera ilustrar al gobierno sobre los parámetros que realmente pueden dar una adecuada medición de los índices de inflación o tener sus propios canales de información, pero no se puede confiar en los indicadores que nos presentan oficialmente. Y también podría dejar de mantener artificialmente alto el precio de las divisas por su constante intervención para comprar dólares, generando así una demanda artificial que afecta la natural y normal relación entre oferta y demanda como factores para determinar precios.
Obviamente si el Banco de Guatemala lograra disponer de los instrumentos monetarios para controlar una posible escalada inflacionaria, como dijo Recinos, sería una bendición para Guatemala pero tenemos que reconocer que la cacareada prudencia en el manejo monetario se ha ido perdiendo, sobre todo por el despavorido crecimiento de la deuda pública que está alcanzando ya niveles que debieran, al menos, generar alguna preocupación porque no podemos seguir endeudando a las futuras generaciones al ritmo que actualmente llevamos.
Creo que es importante mantener la calma y enviar mensajes tranquilizadores y positivos a la población porque en época de inflación la especulación provocada por temores también tiene un serio impacto. Pero repito que lo mejor que podrían hacer nuestras autoridades monetarias es realmente pensar en cómo tener una visión realista de lo que está ocurriendo y del comportamiento de los precios en el país, dejando atrás la fantasía que nos imponen con las estadísticas manoseadas que se elaboran para que Giammattei pueda presumir de sus “enormes logros”.