Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Según sus propias palabras, Antonio Malouf se va del Ministerio luego de una “charla” con Giammattei porque “hay proyectos de futuro que me impiden seguir en el cargo”, lo que hizo que algunos dijeran que piensa hacer carrera política y hasta se mencionó a uno de los partidos actuales como su objetivo. Otros piensan, sin embargo, que no hay tales sino que Malouf es otro de los fieles sirvientes a los que se les paga con el látigo del desprecio, situación que tampoco puede ser descartada.

Pero hay que ver que si Malouf quiere hacer carrera política tiene la opción de soltar toda la sopa y explicarle a la población cómo se cuecen las habas de la corrupción en la actualidad. Indudablemente que sus aportes en temas tan puntuales como el de los rusos, a los que carroceó diligentemente y la patraña del Ferrocarril Bicentenario, lo podrían convertir en uno de los pilares para hacer que el pueblo entienda lo viciada que está nuestra política y la urgente necesidad de una transformación de un sistema deliberadamente prostituido para poner toda Guatemala al servicio de la corrupción causante de tanta pobreza y migración.

Por supuesto que se necesitan faroles para hacerlo porque, viendo los antecedentes, la Fiscal General iría por él inmediatamente si abre la boca. Por mucho menos han sido procesados algunos, no digamos si se le vincula a cuestiones tan polémicas como la alfombra y la concesión hecha por Ferrovías, además de una que otra cosa que pudiera ser de conocimiento del ya famoso y temido Centro del Gobierno.

Si Malouf decide incursionar en la política  calladito y sin abordar la realidad del país en materia de corrupción, los ciudadanos debemos entender que su aporte al partido que lo acoja será el de darles adecuado “coaching” de cómo se hacen las cosas. Cierto que sus nuevos compañeros de lides ya pueden tener alguna experiencia por haber participado en algún gobierno anterior, pero las cosas han evolucionado de tal manera que la corrupción es absoluta y total. Una voz experimentada en ese manoseo que ahora se hace de todas las instituciones, para que sirvan a los deseos de quienes montaron esa descomunal alianza a favor de la corrupción y de la impunidad, puede serle útil a quien esté pensando en seguir la fiesta.

Y es que se trata de un actor de primera fila, que proviene de la dirigencia del sector privado y tuvo a su cargo atraer inversiones y ya sabemos qué tipo de inversiones son las que pueden interesarse en un país donde desde la justicia hasta el Centro del Gobierno, todo tiene un precio. Pensar en la ingenuidad de inversores que lleguen al país sin alfombras o maletas es torpe porque todo mundo sabe cómo se hacen las cosas aquí y si no que lean la nota del diario El País de España.

Pero dándole el beneficio de la duda pienso que es su momento para lavarse la cara y hacerle un verdadero aporte a Guatemala, hablando las cosas como son, sobre todo si ese futuro del que habla lo ve en la política. De todos modos Giammattei lo verá como chenca de puro porque esos litros de aceite que dice aplicarse sirven para que también le resbale la idea de lealtad.

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