Ayer en su discurso sobre el Estado de la Unión, el presidente Biden dedicó buena parte del tiempo al tema de la invasión rusa a Ucrania y de los puntos más importantes de su mensaje fue el anuncio de que para los oligarcas rusos que se han enriquecido bajo la sombra de la corrupción del régimen de Vladimir Putin, llegó la hora de pagar las consecuencias y que no podrán seguir gozando de los frutos de sus multimillonarias inversiones a lo largo y ancho del mundo. Es sabido que el movimiento de capitales rusos ha sido intenso en muchos países donde realizan fuertes inversiones, entre ellos Guatemala que ha sido objeto de su interés por el tema de la minería en el que es fácil obtener privilegios y operar sin ningún control efectivo, sobre todo cuando se aseguran buen trato enviando gruesas alfombras a la casa del gobernante para que los dejen operar sin problemas y repriman a la población que se pueda oponer a la operación minera.
Y en la medida en que se les cierren los espacios para operar y se vean obligados a desprenderse de algunas inversiones antes de que les puedan confiscar capitales, seguramente que buscarán países donde no tengan de que preocuparse y sin duda que ya se ha corrido la voz de lo que hay que hacer para que aquí puedan ser no sólo acogidos sino protegidos por toda la fuerza policial, como se hizo el año pasado cuando miles de agentes de la PNC fueron destacados a Izabal para permitirle a la minera operar sin contratiempos provocados por personas que reclamaban respeto a ellos y al medioambiente.
Se viven momentos realmente especiales en el mundo ahora por la decisión de Putin de invadir a Ucrania para anexarla a Rusia e ir reconstruyendo lo que fue el viejo modelo de la Unión Soviética. Mundialmente el repudio ha sido absoluto y salvo Trump y algunos de sus admiradores, en Estados Unidos y alrededor del mundo, es unánime el rechazo al uso de la fuerza y a la muerte de civiles que ha provocado la agresión militar ordenada por el tirano ruso. Es sabido que uno de los factores esenciales del poder de Putin es su asociación con esa nueva clase oligarca que ha hecho millones gracias a esa forma de sociedad que les permite operar tan impunemente como lo hacen muchos aquí en Guatemala, sabiendo que no hay ley que pueda alcanzarlos si es que están aliados con el gobernante.
Para los corruptos que aquí hacen fiesta con los recursos del Estado y venden el alma al diablo, esa sanción mundial en contra de esos multimillonarios rusos que mueven sus dineros envueltos en alfombras representa una oportunidad para también ellos incrementar sus ganancias porque no sólo habrá más oferta sino que las condiciones imperantes mundialmente les permitirán pedir que engorden aún más los envíos que periódicamente recibe el Centro del Gobierno quien, sin duda, ya no sabrá qué hacer ni dónde colocar tal cantidad de alfombras mágicas.