Fue tan duro el marimbazo que sintieron en el gobierno y en el Ministerio Público que ni siquiera se pusieron de acuerdo para dar declaraciones de rechazo y defensa de la cuestionada figura de Alejandro Giammattei. De manera casi simultánea el vocero de la presidencia y el titular de la nueva FECI convocaron a la prensa para referirse a la noticia difundida en El Salvador y mientras el primero flagrantemente afirmó que todo es un invento, el otro dijo que hubo filtración de información de un caso que se encuentra judicialmente bajo reserva, por lo que ya presentaron la denuncia respectiva para investigar quién fue responsable.
Obviamente si fuera un invento no habría caso en reserva y Curruchiche estaría hablando babosadas. En cambio, si ya denunciaron que hubo una filtración de información bajo reserva, es el vocero presidencial el que miente de forma descarada, pero la gravedad del tema obliga a tomarlo muy en serio dadas las repercusiones presentes y futuras que puede tener el escándalo provocado por la publicación de marras y que abunda en detalles que ni siquiera un maravilloso autor de novelas de misterio podría sacarse de la manga con tanta precisión y concordancia.
El gobierno no va a decir nunca que cuando Bruni llegó a alertar a Giammattei de la investigación que realizaba la FECI empezó toda la trama para desmantelar esa fiscalía que era el último e incómodo resabio de aquellos tiempos de lucha contra la corrupción. Todos supusimos que la ofensiva contra Sandoval y su gente, desatada tras una reunión entre el gobernante, la presidenta de la CSJ y la Fiscal General, era resultado de la investigación sobre la alfombra que unos rusos llevaron a quien es en realidad el Centro del Gobierno de Guatemala, sin saber de otra investigación más profunda que parece derivarse del famoso hallazgo de las millonarias maletas de José Luis Benito y por supuesto que ante una opinión pública que se traga cualquier barrabasada, lo que mejor se les ocurrió es decir que todo es un invento, un ataque contra la democracia, esa que no existe más que en la pajera mente de nuestros políticos que saben sacarle raja al término.
El hecho es que hubo una declaración de testigo ofrecida como prueba anticipada ante juez competente y que la misma está debidamente protegida en el juzgado donde se recibió. Y al conocer la identidad del titular del tribunal uno entiende el hambre que le llevan a la jueza Erika Aifán porque ella fue quien realizó la diligencia y quien conoce la identidad de ese misterioso testigo. La razón para escabecharse a la jueza, pues, no es moco de pava porque está en juego nada más y nada menos que el mismo Giammattei quien ha demostrado que no se anda con chiquitas para enterrar cualquier asunto que pueda comprometerle y que eventualmente, el día de mañana, lo pueda llevar a uno de esos mismos presidios que estuvieron bajo su jurisdicción en aquellos recordados momentos.
Curruchiche no goza de credibilidad, pero el pobre vocero presidencial miente de forma tan patética que hasta da lástima por la pobreza mental que no puede disfrazar. Y entre creer a uno o al otro, de plano no hay más que creerle a El Faro.