Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Si se consagra definitivamente que la norma de la Constitución que dice textualmente que “No constituyen delito o falta las publicaciones que contengan denuncias, críticas o imputaciones contra funcionarios o empleados públicos por actos efectuados en el ejercicio de sus cargos” sólo tiene aplicación a los funcionarios y no a las funcionarias o empleadas del sector público, en este nuestro mundo tan orientado a la corrupción sin duda que los partidos políticos se van a dar a la tarea de postular mayoritariamente a mujeres para que puedan operar con total impunidad y sin que ni siquiera sean objeto del escrutinio público, no digamos del que debieran realizar las entidades a cargo de la fiscalización.

Porque de la misma manera en que por la interpretación que se hace de la ley de femicidio se puede prohibir a la prensa que informe sobre anomalías si las mismas son cometidas por mujeres, pronto se verá que hasta los auditores y fiscales se verán imposibilitados de actuar cuando quien incurra en anomalías sea de género femenino porque también en esos casos pueden alegar que se les está acosando por su condición de mujer. Nadie tendrá derecho jamás a exigir rendición de cuentas en ninguna dependencia pública que haya sido puesta bajo la conducción de ellas, de acuerdo con las interpretaciones legales que dan paso a resoluciones que impiden siquiera mencionarlas.

La imagen de la mujer que requiere de protecciones especiales es totalmente justificada en medio de nuestras sociedades donde perdura el machismo pero la forma en que las mujeres se han logrado abrir camino para hacer efectiva la absoluta igualdad entre todos los seres humanos, al margen de su sexo, es algo que debemos apreciar y valorar seriamente. Por ello es que creo que es un insulto a la mujer trabajadora, a la mujer responsable, a la mujer que tiene una presencia dinámica más allá del hogar, en donde se le solía refundir, el que se abuse de una norma hecha precisamente para proteger a quienes se encuentran en estado de indefensión ante esa tradición machista.

Conociendo cómo funciona nuestro sistema de partidos políticos y qué es lo que en realidad les interesa, que es el negocio y no el bien común ni el servicio a la población, pienso que muchos de los partidos se van a decantar por la postulación de mujeres sabiendo que ello les va a ofrecer una coraza de grandes proporciones para que puedan operar en el marco de la corrupción sin que nadie se pueda meter con ellas, ni siquiera para señalar los hechos porque inmediatamente vendrá una orden judicial que silencie cualquier voz crítica.

Creo que la participación política de la mujer es absolutamente necesaria y positiva, pero al igual que con los hombres, lo deseable es que participen hombres y mujeres que sean los mejores, los más honorables y comprometidos con ese bien común y las causas de interés público, en vez de los trinquetes que aquí son el gran incentivo para la participación. Triste sería que este precedente denigre a tanta gente que realmente quiere hacer algo por nuestro país.

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