Ayer Alejandro Giammattei participó en su calidad de mandatario en el XIII Foro del Sector Privado de las Américas que precede a la Asamblea Ordinaria de la Organización de Estados Americanos que se realizará virtualmente, teniendo como sede nuestro país. Y hablando ante los empresarios dijo literalmente lo siguiente: “Ante el arribo de los casos de coronavirus, implementamos rápidamente medidas de contingencia para salvaguardar la salud y vida de todos los guatemaltecos; trabajamos en un plan estratégico para la recuperación económica y junto a las medidas implementadas por el sector productivo permitieron que Guatemala se sitúe como uno de los países con mejor PIB de la región”.
Pero hay que relatar la historia completa porque es cierto que la contribución de todos los empresarios del país ha sido muy importante, tanto si están o no agremiados, y que el esfuerzo de todos nos ha mantenido a flote. Pero ningún plan estratégico, que en todo caso se puede resumir en programas de apoyo que se han manejado encubiertos en el secreto bancario y que sabrá Dios a quiénes beneficiaron, la verdad es que si nuestro país es uno de los que tiene mejor Producto Interno Bruto en la región es consecuencia de un factor esencial y es el aporte que día a día hacen con su esfuerzo esos millones de guatemaltecos que tuvieron que emigrar porque su tierra no les dio oportunidades para mejorar condiciones de vida y que, con mucho sacrificio, envían las llamadas remesas que son el verdadero motor de nuestra economía porque permiten a los familiares de los migrantes comprar e invertir, algo que sólo es posible con los envíos mensuales que son el producto de tanto sacrificio.
Por supuesto que en Guatemala somos muchos los empresarios que invertimos para mantener activa la economía y para generar empleos que sostienen a millones de familias. Pero nadie puede dejar de mencionar, al analizar la fortaleza de nuestro Producto Interno Bruto, lo que en ese indicador pesa la creciente e imparable ola de divisas que mes a mes mandan nuestros compatriotas que tomaron la difícil decisión de emigrar en busca de ese mejor horizonte que el país no les podía ofrecer.
No se trata de demeritar, en absoluto, el aporte de los empresarios que se esfuerzan y triunfan, especialmente de aquellos que no dependen de arreglos con los políticos ni, mucho menos, de la corrupción. Pero sí creo indispensable que cuando Giammattei se abroga la responsabilidad de ese sólido PIB y dice que es producto de su plan estratégico para recuperarnos dentro de la pandemia, lo menos que debe hacer es tener un gesto de agradecimiento y realismo dando el lugar que se merece al aporte de los migrantes. Sin ellos todos sabemos que nuestra economía habría colapsado hace mucho y los empresarios sabemos que el ritmo de nuestra economía está marcado por la inyección que nos viene puntualmente cada mes para mantener a miles de familias que, con ese dinero, pueden ir a los comercios, pueden contratar servicios y pueden mejorar su calidad de vida sin que ello implique, en absoluto, que el gobierno siquiera se preocupe más por la atención de quienes viven en Estados Unidos en condición irregular.