Esta mañana el doctor Eduardo Mayora, de los abogados con doctorado real, publicó un interesante artículo en su columna semanal de Prensa Libre, partiendo de los datos de una encuesta a la que tuvo acceso en la que, por lo que refleja, la figura del empresariado no está bien vista por la población de Guatemala. Y explica Eduardo lo que significa en realidad ser empresario y por qué esa opinión generalizada está equivocada puesto que se confunden los términos y se asigna la calidad de empresario a quienes se dedican a cultivar relaciones con políticos, altos funcionarios y personas influyentes para conseguir algún tipo de ventaja.
Con más detalle dice él que por supuesto que hay algunos empresarios que actúan de esa manera y convierten esos procedimientos en el centro no sólo de su vida personal sino que también en el eje de su actividad empresarial, pero en absoluto no son la mayoría de quienes son emprendedores y trabajan de sol a sol en empresas que, en medio de un sistema de libre mercado, tienen que competir para ser más eficientes y aumentar sus inversiones. Los verdaderos empresarios son aquellos que se esmeran en ofrecer lo mejor a sus clientes para mejorar sus ganancias y que generan empleos en ese interminable esfuerzo por producir, comerciar o prestar servicios.
Lo que ocurre, pienso yo, es que los lobistas y rentistas se han adueñado de la imagen de empresarios. Como hablan siempre en nombre de los diferentes gremios que conforman el total del empresariado y al hacerlo no son transparentes en cuanto a lo que en verdad representan y por qué es que hacen ese cabildeo y esos arreglos con los políticos, funcionarios y grupos de poder, dejan entre la ciudadanía de que son, realmente, representantes y voceros de los empresarios de Guatemala.
La mayoría inmensa de los empresarios no se sienten identificados con los que hacen negocios bajo la mesa con presidentes, diputados y ahora hasta magistrados. Ser empresario en este país demanda mucho esfuerzo y más si uno quiere hacer las cosas bien y centra sus esfuerzos en tener la mejor oferta para satisfacer la demanda. Es una minoría, pero muy poderosa, la que centra sus esfuerzos en ese cabildeo constante para mejorar sus rentas, para estar en posición de eliminar competencia y de abrirse espacios mediante procedimientos que nada tienen que ver con la libre competencia.
Comparto con el Doctor Mayora la idea de que la mala imagen que se ha formado la ciudadanía de los empresarios es injusta y resulta de esa tendencia que tenemos a la generalización y que como los lobistas o rentistas son quienes salen todos los días apoyando a los corruptos, la ciudadanía piensa que esa gente se desvela por todo el empresariado, lo cual no es cierto porque velan por sus particulares intereses y los de aquellos que, como ellos, viven de los privilegios que se pueden pactar mediante sucios acuerdos.
Yo soy y he sido empresario y no me siento representado por quienes periódicamente van a la Casa Presidencial y se han convertido en soporte de los Jimmys o de los Giammatteis que saquean al país. Y, como dice Mayora, la inmensa mayoría de empresarios tampoco forman parte de ese sector que se presenta como la alta dirigencia de todo el empresariado.