No cabe duda de que José Milla no utiliza, presenta y usa el paisaje de la manera más tradicional del romanticismo latinoamericano. ¡No!, lo hace a su modo. No identifica la tragedia o el dolor de un personaje, por ejemplo, con la tarde gris y llena de nubarrones de la serranía. El paisaje en Pepe Milla es objetivo y se presenta de manera realista casi siempre. Pero sirve sobe todo para reconocer en nuestro máximo novelista del XIX al escritor nacional por excelencia de tal siglo, pues Guatemala es personaje de muchos modos en sus novelas y textos en general, con énfasis en “Viaje al otro mundo pasando por otras partes”, textos donde salen a escena: el habla, la geografía, la historia colonial, las costumbres, el folklore y otros rasgos de Guatemala, incluyendo la descripción de trajes típicos que sólo los cronistas como Sahagún, Las Casas o Landa o Landívar en “La rusticatio” había descrito más no en un objeto de pretensiones completamente estético-novelístico.
En literatura llámase costumbrismo al género que refleja lo propio, tópico o típico de una nación o localidad, de manera exprofesa y con un fin estético.
Ya desde su primera novela (novela en verso, la llamo yo) intitulada como he dicho “Don Bonifacio” (que precede en el tiempo a las tres históricas) hay, pese a su claro romanticismo histórico-sentimental, una clara intención nacionalista y costumbrista. Y, en el plano del lenguaje que debemos designar más bien como habla, un claro deseo de presentar los guatemaltequismos más acendrados del país.